Capítulo 17

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CAPÍTULO 17.

ALEX VOELKLEIN


Dice que no me recuerda.

Me echo a reír en su cara mientras desvío la mirada hacia cualquier punto que no sea ella y su expresión de lástima. Es como si estuvieran jugando conmigo, burlándose a mis espaldas.

—¿No se cansan de mentirme? ¿Les divierte? —exclamo, sintiendo la frustración creciendo dentro de mí.

Me observan con seriedad, pero no me dejaré persuadir. Sé que soy más fuerte que las caras tristes y las falsedades que intentan imponerme.

Camino hacia la puerta de salida del hotel, un nudo apretado en mi pecho. Esta situación me supera, me abruma y me duele en lo más profundo de mi ser.

—Esta noche habrá una fiesta de beneficencia en nuestra casa —insiste ella, esta vez con voz más firme—. Tienes que ir, ahora eres parte del hotel y tienes un rol fundamental Alex.

Me doy la vuelta.

—¡¡¡Por supuesto que iré—me rio—, hay que darle la noticia a todo el mundo de que tuvieron a una bastarda de la cual nunca se han hecho cargo porque estaban demasiados ocupados con él!!!

Mi mirada recae sobre Tom, el cual me observa furioso junto a Tom, el cual este tienen el semblante serio pero no enojado como su estúpido hijo.

AMY STEELE.

La veo marcharse y no tengo fuerzas para seguirla. Temo que empeoraré todo si lo hago. Puede que me mande a la mierda como hasta ahora.

—Mamá... —la voz de mi hijo me devuelve a la realidad.

—Ahora no, Tom —le respondo, sentándome en uno de los sofás de la recepción.

Una de las asistentes de mi marido me trae agua. Tomo el vaso y bebo a sorbos. Tengo un nudo tan grande en la garganta que me cuesta incluso respirar.

Matt se arrodilla junto a mí, posando sus manos en mis piernas. Busca mis ojos con desesperación.

—Escúchame, hay que darle tiempo. Sabes que esto es un proceso, amor.

—Nos odia, Matt, ¿es que no lo viste? —se me llenan los ojos de lágrimas—. No sé qué tan mal la pasó en el Inframundo. Hace una semana me enteré de que tenía un hijo y que ahora resultó ser niña. Cree que la abandonamos y no tiene ni idea de lo que nos pasó porque yo tampoco lo recuerdo. Necesito recordar... —no puedo seguir hablando, el vaso de agua tiembla en mi mano y mi visión se ve borrosa por las lágrimas.

Tom nos mira, aturdido. Yo apenas puedo verlo, no quiero que me vea en este estado tan vulnerable. A las madres se nos impone ser fuertes frente a nuestros hijos, sin embargo, también olvidan que soy hija de una madre.

A la cual odio mucho.

Y ese odio se ve reflejado en sus ojos. Me mira como yo miraba a mi madre.

Levanto la vista de nuevo y noto que mi hijo no está.

ALEX VOELKLEIN.

Terminé en el segundo piso de un café. Mis piernas se encargaron de llevarme allí porque mi mente estaba en otro mundo. No podía dejar de llorar, las lágrimas fluían y no tenía un pañuelo para limpiarme. No me quedó más remedio que usar la manga de mi sudadera. Demonios, tendré que lavarla de nuevo.

Entré al baño del Starbucks con un nudo en la garganta y me encerré en uno de los cubículos para desahogarme. Me senté en el inodoro con la tapa cerrada, hecho un ovillo.

El clímax de un millonario (Libro 2 TRILOGIA EL PECADO DE LOS DIOSES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora