Capítulo 22

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No sé por qué se me ha cruzado por la cabeza decirle al hermano de Matt que es mi novio.
Creo que fue por la desesperación de la ocasión. Jamás creí que diría que un hombre tan
guapo como Matt es mi pareja.
Me siento nerviosa.
¿Cómo me he atrevido a decir algo así? Sé qué él es mi esposo en algún recuerdo
lejano, pero por el momento me siento una completa desconocida, incluso me siento
ofendidísima porque él no me ha dicho que aquella es su fiesta de cumpleaños. Dios mío,
no le he dado un regalo. Me siento mal y culpable. Quiero regañarlo por no avisarme.
—Cariño —se acerca un poco y posa su mano en mi espalda—, iré a charlar un rato con
Max. No me tardo. —Me da un beso en la mejilla.
Max se despide de su mujer con un tierno beso.
Ambos hombres se marchan y se pierden entre la multitud.
La belleza masculina de los hermanos Voelklein me deja fascinada.
—Disculpa el descaro de mi pregunta, pero ¿tú eres la hija de Afrodita? Eres bellísima
—me atrevo a decirle a la mujer que aparenta mi edad.
Ada se echa a reír y sus mejillas se ponen rojas ante mi comentario.
—Creo que sabes identificar muy bien cuando ves a la hija de alguna diosa —me
felicita—. Dime, ¿quién es tu madre?
—Artemisa. Mi madre es Artemisa. Me llamo Amy Steele.
No lo digo con el mismo orgullo que antes. Me sumerjo en mi inconsciencia con la
barbilla levantada, pero eso se desconecta de mis gestos al recordar lo que hizo mi madre
con los padres de Matt.
—No es fácil ser hija de una diosa. Mi madre ha hecho cosas horribles en un pasado
lejano. Creo que por tu tono de voz tu madre no fue la excepción. —Mira su copa de
champagne, sujetándola con ambas manos, con la mirada gacha.
—No fue una vida fácil, pero he sobrevivido sin ella. No ha sido tan indispensable, no
cuando te deja a su suerte con una mujer que pretende prostituirte —musito más sincera de
lo común.
Levanta la vista horrorizada.
—Por todos los cielos —susurra asombrada y sus ojos se abren muchísimo—.
¿Necesitas ayuda en algo?
—No —la tranquilizo con rapidez—. Matt hace todo lo posible para sacarla de mi vida.
—Una sonrisa tímida se asoma en mis labios. Soy una tonta—. Incluso puedo decir que ya
no le tengo miedo a esa mujer que ha intentado hacerlo.
Ada Gray se me acerca como si estuviera a punto de contarme un secreto.
—Las épocas más difíciles son las que construyen la determinación y la fuerza interior
—comenta segura de sus palabras—. Mi madre también me ha dejado a mi suerte con un
intento de suicidio para más profundidad sobre el tema. Las diosas pueden tener hijos a
montones y cuidarlos a su manera, incluso eligiendo el peor camino para ellos porque
saben que en algún futuro lograrán salvarse y refugiarse en un final feliz.
—Supongo que cuando rompamos los patrones puede que un nuevo mundo emerja
—suelto algo esperanzada.
Después de todo, Ada Gray y yo no somos tan diferentes.
—¿Tendrás tu final feliz, Amy?

Matt y Max vienen hacia nosotras. Están a unos cuantos pasos para llegar. Matt habla
con su hermano.
Un revoltijo de sensaciones se produce en mi estómago.
Como si hubiera una conexión entre los dos, de esas que te cortan la respiración por el
inesperado choque de miradas, nos contemplamos.
Lo pienso tanto que a veces creo que se da cuenta.
—Creo que estoy a punto de conseguir mi final feliz —le contesto con mis ojos puestos
en él.

El clímax de un millonario (Libro 2 TRILOGIA EL PECADO DE LOS DIOSES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora