Capítulo 21

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CAPÍTULO 21.

A veces el calor de un abrazo tapa las heridas que te puede causar la otra persona.

Tom y yo no éramos nada, ni siquiera conocidos. Él no conocía mis mierdas ni yo las suyas. Había sido calentura del momento.

Pero por más que se había disculpado conmigo por lo que me soltó la otra vez en mi sala, cuando se me apareció en medio de la noche en esta en un intento de intimidarme porque había amenazado a su madre...yo sentí como sus palabras se clavaron en mi, abrieron una herida que aún seguía latiendo de ardor.

Yo era todo y a la vez nada.

Todos somos todo y a la vez nada.

Las palabras de la hija de Afrodita me recordaron esa noche en la sala. No la había pasado para nada bien. Las palabras de Tom fueron un recordatorio constante de mi baja autoestima.

La subasta comenzó con ofertas de vacaciones a varios destinos en el mundo, pero pronto incluyó propiedades y objetos de gran valor. Todos los presentes parecían verdaderamente comprometidos en ayudar a quienes no tenían ni un dólar para comer.

En ese momento, me di cuenta de que lo único que realmente importaba en ese lugar era la solidaridad y la generosidad hacia quienes estaban en una situación menos privilegiada.

Así que me relajé, recosté mi espalda en el respaldo de la silla y comprendí que mis propios problemas eran insignificantes en comparación con lo que estaba sucediendo con otras personas.

—Cincuenta mil dólares—Amy Steele levanto su paleta sacándome de mis pensamientos y haciendo que despegara la espalda de la silla al igual que todos.Principio del formulario

Carajo, eso es mucho dinero.

—¡Tres... dos... uno! ¡Vendido el paquete de viaje familiar para catorce personas con destino a Argentina a la señorita Voelklein por cincuenta mil dólares! —anunció el subastador, marcando el trato exitoso.

¿Un paquete de viaje familiar? Cuando estaba a punto de agarrarme un ataque Amy se volvió hacia mi y me sonrió como si se hubiese salido con la suya.

—Vas a ayudarme a recuperar la memoria para que sea la madre que siempre has querido tener, Alex—me dice con confianza.

—Un paquete de viaje no vale cincuenta mil dólares—bufé.

—Quizás sí, quizás no. Qué importa—se encoje de hombros.

—¿Lo vas a pagar tú? —se ríe Matt desconcertado por lo que acaba de comprar su esposa.

—No, mi esposo—ella le sonríe y le da un beso en la mejilla.

Matt pone los ojos en blanco tras apretar los labios.

—¿Diez personas? Mamá es muchísimo, ni que fuéramos tantos—se mete Tom en la conversación.

—Bueno, déjame contar—le responde y empieza a ver a los presentes en la mesa—: Matt, Alex, Tom, Amelie, Ada, Max, Scarlett, Aria, Amenadiel, Persefone, el novio de Alex y yo.

—Amy sabes que Aria y yo no podemos dejar nuestros puestos tantos días por un viaje—le recuerda Perséfone.

—Puedes permitirte un día en el descanso terrenal, Perséfone—le dice Aria—. Y honestamente me tienta muchísimo ir con ustedes—a la reina del Olimpo se le dibuja una sonrisa mientras aprieta la mano de su pareja Amenadiel encima de la mesa.

—A mi parecer ninguno de nosotros debería estar en la tierra fingiendo tener una vida mundana—pienso en voz alta y todos se me quedan viendo con cierta molestia.

El clímax de un millonario (Libro 2 TRILOGIA EL PECADO DE LOS DIOSES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora