Capítulo Ocho

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Jeremy Sutton









Frustración.

Es lo que siento en estos momentos. Más por Mamá, por Papá y por mi hermana.

A Mamá le valió el papel de madre ejemplar al tratar de reñir a Peyton por algo que no tiene vuelta atrás, solo por no tomarse los minutos necesarios para escuchar la versión de todo esto, pero como la mujer irracional que es probablemente, se ha ganado el odio de su propia hija.

A Papá es otro que le importó una reverenda mierda si estábamos preocupados por ella. Eso de llamar horas tardes para tomarse el papel de defensor no me gustó ni un poco. Peyton está a cargo de nosotros, no de él y de ser necesario debía reportarla al verla cruzar esa puerta.

«Papito a la carga» —me rio mentalmente, él siempre ha sido asi de protector.

Y que decir de Py, me molestó que no se apoyará en mi, que no confiara. Se que soy insistente y la presiono bastante, pero mi instinto de hermano mayor me hace verla diminuta ante el mundo y siempre cargo con el miedo de que le toquen aunque sea un pelo de su cabeza. Porque se qué el que se haga la idea debe darse por muerto.

Y ¡mierda! dos azotes en el trasero me dejaron sin conciencia. Ella nunca ha sido una chica fácil, la he enseñado a defenderse, ser autosuficiente, pero jamás pensé que lo olvidaría y se dejaría de quien sea que le haya hecho eso.

Ahora a saber quien mierda se atrevió a tocarla.

–Eso es lo que logras por ser una mujer inconsciente —reprimo a Leah.

–Te recuerdo que es mi hija, no la tuya. A mi no me digas como debo comportarme.

–¿Ahora es tu hija? ¿Cuándo por tu maldita irresponsabilidad casi la drogas?

–No saques a relucir mis errores ahora porque no lo toleraré —me advierte.

Resoplo.

–¡Me importa poco! Tu misma te estás ganando su odio por tu estúpido comportamiento. Porque ¡Maldita sea, es tu hija!

–¡¿No te das cuenta Jeremy?! Llegó con unas marcas que eran imposibles de ocultar e incluso me había dicho que era a hacer una supuesta actividad de compañeros —imita comillas con los dedos —Y mira que inteligente me salió mi hija. Fue a follar en vez de hacer tareas. Y eso es cosa de putas.

Esta mujer está peor cada día. No se en que cabeza cabe que una madre pueda pensar a si de su hija. La que ha criado por dieciséis años, la cual hemos educado juntos y aún así desconfió de ella, yo también lo hice pero tenía mis razones. Mas validas que las suyas.

Nadie entenderá que cuando se trata de Peyton quiero quemar el mundo.

–Pues me la llevaré a mi departamento quieras o no. Allá estará mucho mejor cuidada —le informo y ella frunce mas su ceño.

–¡Alto! ¡Es mi hija y yo me quedaré con ella! ¿No que es mi responsabilidad?

–Era tu responsabilidad —concluyo. Le doy la espalda y me dirijo a las escaleras —Si quieres que ella reconsidere las cosas y te perdone, no la busques.

–Pero si soy su madre —dice en un sollozo que ahoga cuando volteo a verla —No puedes simplemente alejarla de mi ¡Y tu tampoco puedes irte!

–Sabes que esta discusión es estúpida. No tiene caso que te impongas.

–Solo le dije una simple palabra, esa no es razón para que te comportes como su dueño y quieras armar un drama.

–Aquí la única que está haciendo drama eres tu —recalco —le prohibiste a Papá que la viera, aún sabiendo que la amaba con su vida ¿Y a cuales brazos corrió? A los de él —respondo —ella lo ama aunque esté a kilómetros de esta ciudad, y eso es algo que nunca podrás tener de ella Mamá. Cada día la alejas de ti —hago pausa mientras ella derrama más y más lagrimas —eres mi madre y te amo, pero dudo que Peyton sienta lo mismo. Acabas de dañarlo todo y eso es lo que mas te angustia ahora. Saber que la haz perdido.

En sus manos | +18 | ✔ ( Reeditando )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora