Capitulo Treinta y Ocho

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Obligo a mis pies a salir de la cabaña con Gregory detrás de mi estrechándome entre sus brazos y haciendo la misma pregunta de siempre "¿Segura estás bien?" y continuo respondiendo con un apretón a su cuerpo.

Prácticamente, he quedado débil y me siento enferma, cada paso que doy quisiera retrocederlo nuevamente. Mi estomago es otro problema justo ahora, creo que arrasaría con toda la comida del refrigerador y no dejaría absolutamente nada, se siente como si no he comido en años, pero gracias a ello me siento mucho mejor.

-Quiero comer algo -susurro escondida entre su pecho. Como me encanta su calor -Quiero un enorme pedazo de piña.

Su pecho vibra al escucharlo emitir una risa suave.

-Ni siquiera se que pasa contigo y las piñas, pero supongo que lo mas justo es cumplir tus deseos.

-Estás obligado a hacerlo, muñequito.

Aún en mi estado de hambre mortal no me evitaría coquetear con mi novio, aunque esté consciente de que no sucederá nada entre los dos mientras esté así.

Continuamos caminando hasta el lugar en donde depositamos la comida. Traer el pequeño refrigerador fue una de las mejores ideas aunque nunca consideramos dejar el de las bebidas alcohólicas. Abordamos las frutas, carnes y no se para que demonios se han traído cereales. Rebusco en uno de los envases plásticos teniendo la suerte de encontrar trocitos de piña y sandía. "Dios, quiero devorar todo"

Tomo uno de los cubiertos y devoro cada pedazo de fruta con premura bajo la hambrienta mirada de mi novio, quien también devora una manzana verde mientras me observa lujurioso.

>>¿Qué me ves tanto, gruñón? -espeto ya mas animada, termino retirando los rastros de fruta de mi boca usando mi lengua -Que delicia.

Relamo mis labios y acomodo el envase junto al cubierto en una bolsa plástica

-Peyton, deja de hacer eso o no respondo.

Sonrío satisfecha.

-Solo estoy colaborando con la limpieza.

-Linda manera de hacerlo, provocando que a tu novio se le olvide donde se encuentran y se vea obligado a cometer un medio error -sonrío ladeando mi cabeza. Decido no hacer el mínimo caso a sus palabras y comienzo a desabrochar los primeros tres botones de mi camisa. Por suerte nunca llevo sostén cuando estoy a su lado, aún así, no me gusta jugar con fuego, o tal vez si -Dije basta, no hagas esto.

Lo ignoro totalmente.

Me levanto de mi lugar con varias ideas cruzándose en mi cabeza. Necesito liberar esta tensión entre los dos y creo que el momento es el indicado. Aprovecho que su asiento es mas bajo que el mío y al llegar me arrodillo en frente sonriéndole burlonamente.

>>¿A donde vas? ¿Qué es lo que estás planeando, Peyton Sutton? -pregunta viendo hacia abajo mientras me sostiene por el mentón y su pulgar rosa mi labio inferior con ternura -Adoro estos labios como no te imaginas, muñequita.

-¡Oh! ¿Ya no soy "pequeña demonia" para ti?

Echa su cabeza hacia atrás soltando breves carcajadas, vuelve su atención a mi con uno de sus labios entre dientes. De repente ve hacia otro lugar y se alarma inmediatamente, su sonrisa se borra cambiando a una de incomodidad.

-Ahí viene tu hermano, Peyton levántate ahora -demanda intentando elevarme, pero me suelto de sus manos y me echo hacia atrás para esconderme bajo el gran mostrador.

-No.

-Si, debes salir ahora.

-Dije que no.

-Mierda.

En sus manos | +18 | ✔ ( Reeditando )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora