La traidora y el compañero.
Cansancio. Tristeza. Mis venas estaban llenas de ello. Mis ojos apenas se podían abrir, dejando entrar la luz verde del final de la cueva. Cuando me acostumbré a la luz y los químicos parecían dejar mí cuerpo, me di cuenta de que Aris no estaba. Rápidamente, intenté mover mis manos. Estaban atadas. Mis piernas también. Mire a mis alrededores buscando algo filoso que me pueda sacar de ahí. Solo habían rocas, algunos troncos... y aquella botella. La botella. Podría romperla y cortar las sogas.
Me arrastre en el piso como si fuera una oruga intentando llegar al recipiente de vidrio. Mis brazos estaban estirados sobre el suelo, pero aún juntos. Me quedaba unos pocos centímetros para que mis manos tocaran botella, pero Teresa apareció en la cueva. Tomé el impulso para poder alcanzarla, pero fue inútil. Se la entregó a Aris. Él le pasó un cuchillo, con el que tenía a Thomas amenazado. Cruzamos miradas. Las dos parecían trasmitir pena.
De allí pasó algo inesperado. Aris había estampado contra la pared la botella. Apenas logre a cubrirme la cabeza, pero de todas formas solo llegaron a lo bajo de mi espalda. Tenía algunos pedazos clavados allí. Nada muy grave. Lo grave eran sus acciones. Mis ojos se llenaron de lagrimas otra vez y por el rabillo del ojo vi a Thomas queriéndose acercar. Teresa cumplió su deseo, dejándolo a un metro de distancia. Aris volvió a tomar el cuchillo, como si nada hubiera sucedido, y se colocó en frente de Thomas apuntando hacia su pecho como si fuera una pistola.
- Bueno, aquí estamos -anunció Teresa, mirando a Aris.
Él no le quitaba los ojos de encima a Thomas, mientras que ella intentaba congelarme con su mirada. Rídicula.
- Exactamente. Aquí estamos; muy bien. Tenías razón de que iba a convencer a las demás de perdonarle la vida. ¿Qué es? ¿Un superpsicólogo?
- En realidad nos vino bien. Resultó más fácil traerlo aquí. Y ella si que te creyó, yo pensé que era más inteligente pero tenías razón.- Me lanzó una mirada de superioridad y después se dirigió hacia Aris. Delante de nosotros, se puso de puntillas, le dio un beso a Aris en la mejilla y esbozó una sonrisa divertida-. Estoy muy contenta de que finalmente volvamos a estar juntos.
Aris sonrió. Le lanzó a Thomas una mirada de advertencia y después se arriesgó a apartar la vista lo suficiente como para inclinar la cabeza hacia Teresa. Y la besó en los labios. Los dos apartamos la mirada. El piso parecía algo más agradable en estos momentos.
- Terminen con esto cuanto antes.- dijo Thomas, con los ojos cerrados. Mi mirada fue a él. Su rostro tenía una mezcla rara de haberse rendido y querer patear traseros. Ellos no respondieron.- Terminen de una vez.
A la segunda Thomas pareció no resistirse a espiar. Estaban cuchicheando entre ellos y besándose furtivamente mientras hablaban. Sentía como si mil puñaladas tomaran lugar en mi estómago, y cada uno de los cuchillos se moviera de un lado al otro, provocándome aún más dolor. Volví la mirada a Thomas. Lo único que me reconfortaba era que estábamos juntos en esto. El clavó sus ojos en mí por un minuto. No estaba vencido, estaba dispuesto a luchar, se le notaba en los ojos. Parecía arder en ira, y en tristeza. Pero Thomas siempre fue un sobreviviente, sabía que no estaba vencido. ¿Yo estaba dispuesta a luchar?
Thomas dirigió su mirada a Teresa, y yo a Aris. El me miraba con frialdad, demostrándome lo poco que le importe.
-Tom.- dijo ella.- Si te sirve de consuelo, lamento mucho haberte lastimado. En el Laberinto hice lo que tenía que hacer. Y me pareció que convertirme en tu amiga íntima era la mejor forma de conseguir los recuerdos que necesitábamos para descifrar el código y escapar. Y aquí en el Desierto tampoco tuve muchas opciones. Lo único que teníamos que hacer era traerlos hasta aquí para pasar las Pruebas. Y hay una sola elección: ustedes o nosotros.
ESTÁS LEYENDO
2| Red Desert | Gally | The Maze Runner
FanfictionEl laberinto fue solo el comienzo. No te relajes... lo peor está por venir. ᴄᴏʀʀᴇ. ʀᴇᴄᴜᴇʀᴅᴀ. sᴏʙʀᴇᴠɪᴠᴇ. Lo extraño tanto que me siento incompleta. Se llevó parte de mí y mi felicidad. Nunca me había dado cuenta hasta aquel momento en el que se fue...