10. Red desert.

736 78 27
                                    

Desierto rojo.

Estábamos en una especie de páramo. Una planicie de tierra seca y estéril que solo tenía de acompañantes rocas rojas, anaranjadas y amarillas. No habían plantas, ni árboles, ni colinas, ni valles, ni montañas, ni lagos. No había nada más que tierra, polvo y un aire caliente y húmedo que se elevaba hacia arriba como si algo se estuviera evaporando. Miré al cielo y no pude ver nada más que un azul pálido despejado de nubes.

Dí media vuelta y no se veía nada distinto, hasta que quede en la dirección opuesta. Habían montañas a la distancia y adelante de esto algo que parecían ser construcciones, lo que podría significar que allí se encontraba un pueblo. Por más de que no se podía visualizar bien, ya que el aire caliente provocaba ondulaciones que borroneaban todo lo que estuviera cerca del suelo, estaba segura que era un pueblo. No importaba su tamaño, lo que importaba era que ahora sabíamos a dónde dirigirnos.

- ¿Qué tan lejos piensan que están esas construcciones?- preguntó Newt.

Después de haber escuchado sus voces resonar como un eco en el hueco de la escalera y en el túnel largo y oscuro, las palabras de Newt se escucharon como un leve susurro.

- ¿Podrán ser unos ciento sesenta kilómetros? - preguntó Thomas distraídamente.- Estoy seguro de que ese es el norte. ¿Es ahí donde tenemos que ir?

Minho sacudió la cabeza debajo de su capucha.

- Ni de broma, güey. Digo: se supone que debemos ir en esa dirección, pero está a mucho menos de ciento sesenta kilómetros. Cincuenta cuando mucho.

- Las montañas a solo unos cincuenta o sesenta más.- agregué con simplicidad.

- No sabía que podían medir tan bien las distancias solamente con sus malditos ojos.- dijo Newt.

- Shank, somos corredores.- dijimos al mismo tiempo Minho y yo.

Le guiñe el ojo y él prosiguió.

- En el Laberinto desarrollamos un sentido especial para cosas como esas, aun cuando la escala fuera mucho menor.

- La Rata no estaba bromeando cuando mencionó las llamaradas solares.- comentó Thomas.- Esto parece un holocausto nuclear. Me pregunto si todo el planeta estará igual.

- Esperemos que no.- respondió Minho.- Me encantaría ver un árbol ahora mismo. O un arroyo.

- Yo me conformaría con un poco de pasto -dijo Newt con un suspiro.

- No va a suceder...- susurré, aunque sabía que me habían escuchado.

Miré a mis amigos y no pude evitar sonreír al darme cuenta de que parecíamos cuatro bellas monjitas.

- Esto es totalmente distinto del Laberinto.- comenzó a decir Thomas.- Allá estábamos atrapados entre muros con todo lo necesario para sobrevivir. Aquí, no hay nada que nos contenga y no tenemos forma de sobrevivir a menos que vayamos adonde nos dicen. ¿Eso no se llama ironía o algo parecido?

- Algo parecido.- concordó Minho.- Eres un fenómeno de la filosofía.

- Yo le llamaría: una mierda.

Thomas me miró e hizo una especie de mueca compasiva. Minho señaló hacia la salida de la escalera.

- Vamos. Traigamos a esos larchos aquí y comencemos a caminar. No podemos perder tiempo y dejar que el sol nos chupe toda el agua que tenemos.

- Tal vez deberíamos esperar a que baje.- sugirió Newt.

- No podemos esperar a que esas cosas nos arranquen la cabeza, Newtie.- le dije mientras me acomodaba mejor la sabana.

2| Red Desert | Gally | The Maze RunnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora