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Para los que vuelvan a leer la historia:

Como se darán cuenta esta historia está siendo editada, algunos capítulos están cambiados y otros tiene  lo mismo pero con más detalles, como el de ahora.

Sólo eso, pueden empezar o retomar la lectura.

~○~

Era un lindo amanecer, desde hace un par de horas el viaje en auto había comenzado, no sabía que hora era, se levantó hacía un par de segundos y no estaba consciente del tiempo y el espacio en el que se encontraba.

-¿Qué hora es?- preguntó entre un bostezo, mientras se estiraba para calmar la contractura causada por dormir en el auto.

-Son apenas las nueve, hijo- respondió la mujer rubia, quien no dejaba de ver hacia adelante, la carretera -Puedes seguir durmiendo si quieres, aún quedan un par de minutos para llegar a la nueva casa-

Aunque Aiden estaba cansado y seguir durmiendo era tentador, el castaño decidió no dormir y mantenerse despierto. Después de todo quedaba poco para llegar a su nuevo hogar. Y aparte ya tenía hambre, era ridículo tratar de cerrar los ojos y soñar si su estómago gruñía como perro rabioso exigiendo un desayuno digno de una hambruna tan grande.

-No, prefiero quedarme despierto, tengo mucha hambre, no podré dormir- respondió con su nariz arrugada, su cara y un estómago gruñón que pedía ser satisfecho con comida.

Su madre solo dio un “sí” con un ligero movimiento de cabeza, lo que menos quería era provocar un accidente de tránsito con su hijo dentro del auto.

Luego de esa pequeña conversación mañanera, Aiden apoyó el lado derecho de su cabeza en el parabrisas del auto. Miraba el paisaje urbano de la ciudad de Barcelona, la gente que caminaba, los locales y negocios, los autos, los ciclistas, la ciudad. Todo lo veía con su cara demacrada, con dos ojeras horrorosas, sus labios sin curva alguna y sus ojos color caramelo.

-¿Encontraste algo interesante?- preguntó Mónica para romper el hielo, y también para sacar del viaje astral que como resultado dejaba un rostro depresivo en Aiden.

-No, o sea, sólo miraba el paisaje- fue una especie de susurro, pero era audible, lo dijo con mucha pereza y aburrimiento. No es muy entretenido ver lugares donde prácticamente casi todo es igual que en su ciudad natal.

-¿Un montón de edificios, fábricas, autos y personas que ayudan a la contaminación del mundo?- dijo irónica pero inteligente. Una Muy buena pregunta que hacía referencia a lo que muchas veces las personas llaman “Hermoso paisaje". Aunque esto no lo haya dicho Aiden, le dio curiosidad a su madre saber sobre lo que pensaba su hijo. Después de todo, este había abandonado amigos, casa y estudios en Madrid. Como mínimo quería saber si él se encontraba bien. Y lo estaba. Aiden no sólo dejó cosas, sino también se llevó recuerdos hermosos. El castaño sabia que el trabajo de su madre implicaba viajar. Pero esta vez sería definitivo.

Mónica trabajaba en bienes raíces, un trabajo con el cual mantuvo a su hijo por muchos años desde que su difunto esposo murió. Lo cual la obligó a buscar trabajo para salir adelante. Y eso hizo. Pero su firma debió mudarse de Madrid a Barcelona, y eso implicó mudarse.

-Supongo que es lo único que la gente sabe hacer, destruir para beneficio propio. No me quejo, esa destrucción benefició a las personas del mundo, pero no al mundo en sí-

Licantrophes: La Manada Luna LlenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora