Capítulo 01 🚬

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Las mañanas eran la peor parte de mis días. No quería levantarme, odiaba hacerlo. Pero era mi deber, según mi padre era mi única obligación.

«Qué irónico».

Porque la mayor parte del tiempo me sentía mal, fuese cual fuese la razón. Y ya no podía evitarlo.

«¿También era una obligación fingir que todo estaba bien?».

Porque eso me salía muy bien.

Hace tiempo me había dado por perdida. Me sentía vacía o como solía decir; en modo avión.

Nada entraba y nada salía. Ninguna emoción me hacía sentir algo, al menos no cuando se trataba de felicidad.

Y tras los años, más natural se me hacía.

Mi padre no era un hombre común y corriente. Siempre supuse que sería porque me tuvo a temprana edad y quería parecer genial ante el resto. Pero a veces, lo único que yo quería, era atención. Y no, la mayor parte del tiempo no me la daba. Quería aparentar ser alguien interesante y amable, pero en realidad, era tan frío como un bloque de hielo.

Y así fue, como también me di por perdida con él. Incluso con toda mi familia. Que se basaba en mi abuela, mi tío y algún que otro primo. La frialdad de todos formó la mía.

Sí... mi familia apestaba. Y no porque los viera poco o sean malvados. Si no porque ninguno era cercano a mí.

Nunca tuve esa opción.

Cuando era pequeña, los veía una vez al mes. Y solo era porque tanto mi abuela como mi tío debían hablar con mi padre, a solas.

A excepción de eso, jamás los vi. Ni siquiera para mis cumpleaños.

Oh, joder. Mis cumpleaños, otra mierda más vivida. A los cinco años asumí que nunca tendría uno normal. O al menos, con gente que me quisiera.

Hasta el día de hoy, a mis dieciséis años. No he tenido un cumpleaños como el resto.

Nunca.

Supongo que esos factores me han jodido a tal punto de odiar todo. Cada mínimo afecto o apego, cada halago, todo.

Cuando un chico se me acercaba, decía lo primero que se me ocurriera para espantarlos. Es que, ni siquiera tuve que tener una relación con ellos para darme cuenta que eran unos idiotas.

Siempre lo eran.

Ya sean populares, inteligentes, habladores o tímidos. Siempre había algo que los hacía idiotas.

¿No aceptas un «no» como respuesta?

Idiota. Y probablemente alguien peligroso.

¿Te crees mejor por el simple hecho de ser hombre?

Keira y sus problemas [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora