Keira y sus problemas [COMPLETA]

Capítulo 02 🚬

✨Editado✨

Si creía que Franchesco era extraño, Ludovica lo era aún más.

Y no solo su manera de vestirse era lo llamativo, sino... Su todo.

Ayer había tenido suerte, tanto en mi clase de matemática cómo en el resto del día.

Pero hoy, hoy mi mala suerte estaba brillando en su máximo esplendor. Especialmente porque volví a llegar tarde, aunque claro, a una clase distinta. Aun así, me gané un regaño en frente de toda la clase. Aunque lo único bueno, era que no me habían castigado. Pero era imposible olvidarse las risas y las miraditas idiotas que tanto lanzaban. Especialmente la mirada de Franchesco, porque sí, al parecer compartíamos varias clases.

—¿En qué tanto piensas? —me preguntó Ludovica, sacando su lado curioso. O mejor dicho el lado que más odio.

—En como matarte sin que nadie se dé cuenta —solté.

Había estado toda la mañana preguntándome cosas y ya me tenía harta. La única razón por la cual seguía a su lado, era porque no quería almorzar sola. No como ayer, ya que varios chicos me miraban... mal y lograban incomodarme.

No lo sé, prefería estar acompañada por alguien insoportable que sola y débil. Aunque dudaba de las capacidades de Ludovica para defenderse de alguien.

—Bueno, podrás matarme luego de que te presente a mis amigos —respondió—. Chicos, ella es Keira. Keira, ellos son los chicos.

Aquellos chicos estaban sentados en una de las tantas mesas de la cafetería, pero claro que, no solamente eran chicos. De hecho, había dos chicas junto a ellos.

—Hola, Keira —saludó la rubia, quién estaba sentada sobre el regazo de uno de los chicos—. Soy Gen. Y él es mi novio, Peter.

—Hola —dije más bajo de lo deseado, tantas miradas me ponían nerviosa.

—Ella es Abby —comentó Ludovica mientras apuntaba a la chica castaña—. Y él es Nico —aclaró, apuntando al moreno. Pero este, ni siquiera me miró. Siguió comiendo de su plato—. Bueno, bienvenida y siéntate —finalizó Ludovica, en tono de orden.

Y por primera vez en mucho tiempo, le hice caso a alguien.

Apoyé mi bandeja de comida en la mesa —que había estado sosteniendo desde hacía rato—. Para luego, sentarme en medio de Gen y Ludovica.

Parecían un grupo peculiar, pero bastante unido. Porque al cabo de unos segundos, comenzaron a charlar de cosas aleatorias y sin sentido.

Pero como siempre, yo misma me aislé.

No tenía ninguna anécdota que contar, ni algún desastre amoroso que quisiera decir. No como Ludovica, quién estaba hablando a no más poder sobre su exnovio y de qué tan malo era con la lengua.