Capítulo 26 🚬

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—Ay, Keira

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—Ay, Keira... —dijo la voz de Gen y a los segundos, la sentí sentarse junto a mi y rodearme con sus brazos—. Me asustaste, no te encontraba por ningún lado...

Me sorbé la nariz mientras me secaba las lágrimas de los ojos, había estado llorando en el estacionamiento. Sentada en el suelo.

—Lo siento, necesitaba estar sola.

—Lo sé y no pasa nada por ello. Si quieres puedo acompañarte a tu casa y dejarte allí. Sola —propuso, pero negué con la cabeza casi al instante.

—Me gustaría comer de tus brownies —confesé, mirándola.

Ella sonrió ampliamente y volvió a abrazarme.

—Me encantaría cocinarlos para ti —aseguró—. Pero antes deberíamos ir a buscar nuestras cosas, ni siquiera tomé el móvil.

—No quiero volver —me negué a volver por aquellos pasillos.

—Ni yo, me empujaron cada vez que me vieron, murmuraban y me miraban con asco. Fue tan... horrible. Y doy por sentado que ni siquiera saben realmente lo que es el herpes.

—Probablemente —mascullé.

Gen enarcó una ceja, pensativa.

—Creo que ya sé que haré cuándo consiga mi teléfono de vuelta —dijo poniéndose de pie—. No van a dejarme en la mierda.

—Chicas... —una voz masculina me hizo volver a enojarme—. Les traje sus cosas, supuse que no querrían volver.

—Lo que no quiero volver a hacer, es verte —escupí, poniéndome de pie.

Gen me miró horrorizada, como si lo que le hubiera dicho a Franchesco era una abominación.

—¿Qué sucedió entre ustedes? —cuestionó Gen, confundida.

—Nada —refuté.

—Es mi culpa, creí que me engañó con Nicolás —admitió Franchesco y mierda que eso me tomó por sorpresa—. Y... puede que le haya gritado por ello.

—¿A Nicolás? —dudó Gen.

—No, a Keira —respondió Franchesco.

Honestamente, me tomó por sorpresa que admitiera su error y que se proyectara con arrepentimiento, pero de igual manera me hizo gracia la reacción de Gen. Esta tomó su bolso y comenzó a golpearlo.

—¡Eso no —lo golpeó con su bolso— se hace! ¡A Keira no —volvió a golpearle— se le grita! ¡A Keira se la trata con amor! —le dio un último golpe, pero mucho más fuerte.

—Lo siento —se lamentó Franchesco.

—Pues que te perdone Dios, porque yo no lo haré —solté de mala gana, mientras le quitaba mi bolso de sus manos.

Keira y sus problemas [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora