Definitivamente, la gente estaba muy loca.
Cerré la puerta de un portazo fuerte y me dirigí a la cocina junto a Gen.
—Eso no fue muy cortez —me dijo ella, mientras ponía la cafetera a funcionar y preparaba unas tostadas.
—No es mi madre, está loca —mascullé, sentándome en una de las banquetas.
—¿Cómo estás tan segura? —preguntó, mientras servía el café en nuestras tazas.
Cuando había comprado comida en exceso había visto dos tazas a juego, una violeta y una rosa. Inmediatamente pensé en Gen y en mi, así que decidí comprarlas.
—No lo sé, pero una madre de la cuál no sabes nada no puede llegar así porque si. ¿Verdad? —inquerí, tomando la taza que ella me daba.
—Bueno, a veces los adultos están mal de la cabeza. Así que, no te sorprendas si realmente es tu madre.
—Ojalá se haya ido —suspiré—. Y se nos hace tarde para las clases, será mejor que nos apuremos.
Terminamos de beber y comer el desayuno, para luego prepararnos y tomar todo lo necesario para ir a clases.
Seguía sin ánimos de ir, pero Gen sí que tenía ganas de ir. Así que me dispuse a acompañarla.
Una vez que estábamos listas, salimos por el garaje. Gen fue lista al proponer aquello, pero no me esperaba que mi supuesta madre estuviera allí con un arma apuntándonos.
Me puse adelante de Gen rápidamente.
—¿Qué mierda crees que haces? —mascullé.
—Necesito que vengas conmigo, ¿lo harás por las buenas o por las malas? —inquirió ella—. Lucrecia, ambas sabemos que mueres por hacerme preguntas. Solo sería... una salida de mami e hija.
Miré a Gen y luego volví la mirada a aquella arma que nos apuntaba.
Solté un suspiro al aceptar que no seríamos jamás más veloces que una bala. Así que opté por hacer caso.
—Bien —dije y recibí un apretón en el brazo por parte de Gen—. Ve a clase, quédate con Franchesco. Volveré para el almuerzo.
—Keira... —dudó Gen.
—No voy a poner nuestras vidas en riesgo, al menos no la tuya —aseguré—. Ve a clase, te veré al mediodía para que cocines lo que tú quieras.
Gen me miró con los ojos cristalizados.
—Estaré esperando que vuelvas —dijo ella, alejándose poco a poco pero sin dejar de mirarme.
—Volveré —dije segura, aunque no lo estaba del todo.
—Joder, qué dramáticas. No esperaba que fueras tan emocional —se quejó Lucrecia.
Sí, comenzaba a creer que realmente era mi madre. Así que iba a llamarla por su asqueroso nombre, porque no iba a llamarla por madre.
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Keira y sus problemas [COMPLETA]
JugendliteraturLo último que esperaba Franchesco era que su vecina le llamase la atención, en cambio, Keira solo deseaba no meterse en problemas. 🚬 Keira nunca fue de tener amigos, de hecho, ya ni siquiera lo intentaba. De tanto mudarse, perdió la habilidad de so...