—¿Ahora eres tú la que entra por la ventana? —se quejó, mientras se resfregaba los ojos.
Por suerte, yo ya me había calmado.
Había dejado de ver borroso y de respirar con dificultad.
—Franchesco, necesito que seas honesto conmigo —murmuré, sentada en su sillón azul.
Era un modelo idéntico al sillón verde de mi habitación y sumamente parecido al violeta que me pertenecía desde hace tiempo.
—Lo he sido, no me vengas con ese tono —masculló, saliendo de la cama—. Te conté que no sé nada de él, mas te vale no suponer cosas que no son.
Guau, ese tono...
Ese tono jamás me lo habría esperado.
—¿Estás... estás hablándome mal? ¿A mi? ¿Es en serio?
—Tú empezaste a querer saber cosas sobre Caleb, me traes estas mierdas y yo... Yo no tengo ni puta idea sobre qué hacer, Keira. No puedes venir y pretender que tenga las respuestas.
Solté un suspiro, molesta.
—Eres un imbécil.
—Oh, así que ahora yo soy el malo. ¿Te recuerdo que eres tú la que hizo que Ludovica se ponga peor? ¿La que influenció a Gen para que deje de ser amiga de ella?
En ese momento, mi cara era demasiado expresiva. Lo supe por la reacción que tuvo Franchesco.
Estaba impactada por lo que había dicho.
¿Influenciar a Gen? ¿Hacer que Ludovica se "ponga peor"?
—¿Qué mierdas estás diciendo, pedazo de idiota? —solté molesta, poniéndome de pie y haciéndole frente—. ¿Qué mierda te sucede ahora? Sabes bien que todo lo que he hecho por Gen ha sido querer ayudarla y si... y si tu hermana es una jodida insoportable sin vida, no me quieras echar la culpa a mi. Porque estoy segurísima que ella ha sido así desde siempre.
Franchesco soltó un bufido.
—Joder —refunfuñó.
—Si tu vida está jodida no quieras echarme la culpa —mascullé—. Sí tú lo estas, no es mi puto problema. Así que, toma las cosas de Caleb de mi habitación... ¡Y métetelas por el puto culo! ¡Porque ya tengo suficientes problemas conmigo misma!
Supe que había hablado demasiado fuerte cuando unos pasos se oyeron cerca de la puerta, y tras cuestión de segundos, tenía la mano de Franchesco sobre mi boca, a la vez que nos guiaba hacia su armario y nos encerraba allí.
Estaba demasiado oscuro y apretado, pero supe que era mejor así. Porque tras oír la puerta abrirse, hasta la respiración de Franchesco se agitó.
—Joder, ¿otra vez te fuiste, Franchesco? —se lamentó una voz femenina, sonaba a una mujer adulta. Quizá era su madre—. ¡¿Ludo?! ¿Puedes intentar contactar con tu hermano?
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Keira y sus problemas [COMPLETA]
Novela JuvenilLo último que esperaba Franchesco era que su vecina le llamase la atención, en cambio, Keira solo deseaba no meterse en problemas. 🚬 Keira nunca fue de tener amigos, de hecho, ya ni siquiera lo intentaba. De tanto mudarse, perdió la habilidad de so...