Capítulo 11 🚬

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Saber aquello fue como si me hubiesen metido una patada en la cara y acomodado todos mis pensamientos

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Saber aquello fue como si me hubiesen metido una patada en la cara y acomodado todos mis pensamientos. Tan así que tuvimos que volver a la habitación para procesar todo.

—¿Me estás diciendo que tu amigo está...? —no encontraba la manera correcta de preguntarlo.

—No se sabe —respondió rápidamente Franchesco—. Tuvieron un accidente de tránsito con su madre, el coche se desvió hacia el lago y Caleb... su cuerpo no se ha encontrado.

—Joder —fue lo único que se me escapó y ocurrió decir.

—Vivo con la incertidumbre sobre qué le pasó realmente, sobre dónde o cómo está... Y siento que ya no aguanto más —sus ojos húmecidos no se contuvieron y derramaron las lágrimas acumuladas—. Él era... Él es mi mejor amigo y lo extraño tanto...

Cerré nuestra distancia y lo rodeé en un abrazo, Franchesco hundió su rostro en mi cuello. Debido que él era mucho más alto que yo tuvo que encorvarse.

Jamás habría imaginado que estaría consolando a alguien, mucho menos a él.

Pero si algo aprendí esa noche fue que... los tres estábamos destinados a vivir rotos pero también a sobrevivir juntando nuestras piezas.

Se me hacía irreal el hecho de que primero fue Gen la que llorara y luego él. Tan solo en una noche los tres habíamos dejado ver lo que jamás le mostraríamos al resto.

Gen no era la niña buena y feliz.

Franchesco no era el malo y antipático que te hacían creer que era.

Y yo... yo no odiaba a las personas como creería hacerlo.

Ni era tan antisocial como pensaba.

Cuando sentí los brazos de Gen rodeándonos supe que esos abrazos los recibiríamos cuando más lo necesitaríamos.

—No tienes que abrir la caja si no quieres —le susurró Gen, mientras le acariciaba la espalda—. Nosotras estamos contigo, hoy, mañana y pasado. Ya no estás solo, lamento haberme tardado en darme cuenta que la estabas pasando mal.

Franchesco se secó las lágrimas con la camiseta y asintió avergonzado.

—Joder, eh. Hace mucho que no lloraba... Hacía tanto que no pensaba en eso que... bueno, leer su nombre fue como una patada en la cara.

No pude evitar sentir una sensación extraña tras oírlo decir lo mismo que yo había pensado con anterioridad.

Fue como una patada en la cara.. Todo lo fue.

—Bueno, pues al menos tu cara sigue siendo bonita —Gen trató de animarlo.

El ruido de la cerradura nos puso en alerta a todos, hasta que se escuchó abrir y cerrarse la puerta.

—¿Keira? ¿Hija? —gritó mi padre, mientras se acercaba por el pasillo.

O mierda, había olvidado avisarle que Franchesco también estaba con nosotras.

Keira y sus problemas [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora