—¿Armas? —solté de golpe, poniéndome de pie—. ¿Cómo que armas en el garaje?
Gen ya había dejado de llorar y Franchesco seguía en silencio.
—¿De qué muchacho hablan? —cuestioné, aunque sabía perfectamente que ninguno de nosotros tenía la respuesta.
Bufé de mala gana y me senté en la orilla de la cama, tratando de pensar con claridad.
—Iré a hacer la cena —comentó Gen, con un tono de voz apagado—. Necesito despejarme.
—Está bien, si necesitas algo, avísame —le hice saber y ella salió de mi dormitorio a paso lento y desganado.
No me gustaba verla así, pero tampoco sabía cómo ayudarla para que se sintiera mejor.
—¿En qué piensas? —me preguntó Franchesco desde el suelo.
—En lo extraño que se está poniendo todo —murmuré, bajando de mi cama y sentándome en el suelo frente a él—. Primero mi padre y tío apuntándose. Segundo, las cosas de Caleb. Mi abuela aquí y ahora... Le apuntaron a Gen para conseguir información que ella claramente no tiene. Porque de hecho, no tenemos ni puta idea de lo que está pasando. ¡Ninguno de nosotros sabe una mierda!
Franchesco soltó un suspiro.
—Aún no he abierto...
—Ya. No hace falta que me expliques nada —lo interrumpí—. Tú lo dijiste, solo te traigo mierdas y pretendo que tengas las respuestas.
Sí... nuestra antigua discusión aún me atormentaba un poco. Iba a ponerme de pie, pero la mano de Franchesco jalando mi pierna me hizo quedarme quieta. Me terminó jalando y quedamos demasiado cerca para mi gusto.
Su rostro estaba a escasos centímetros del mío.
—Sabes perfectamente que me da miedo lo que me vaya a encontrar, de nada sirve negarlo o fingir que estoy bien respecto a mi pasado —murmuró serio—. Pero ya te he dicho que lamentaba haberte hablado así. Fui un idiota. Lo sé muy bien.
Ladeé la cabeza.
—No, tenías razón. Creía que lo de Caleb estaba enlazado con mi padre y... no lo sé, yo... Mi cabeza es un lío —admití de mala gana.
Franchesco me tomó del rostro con una de sus manos y me sonrió triste.
—Tengo ganas de folla...
—¡Oh, vamos! —exclamé alejándome de él—. ¿Tienes que volver todo así? ¿Es que solo piensas con la entrepierna?
Él soltó una risita.
—No veo lo divertido —me quejé.
—Sei sexy quando arrossisci —dijo, poniéndose de pie.
—Si vas a proponerme un revolcón, será mejor que no lo hagas en Italiano porque no entiendo una mierda —aseguré de mala gana. Volviendo a tomar el papel arrugado que me había tendido Franchesco. Arqueé una ceja al volverlo a leer.
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Keira y sus problemas [COMPLETA]
Dla nastolatkówLo último que esperaba Franchesco era que su vecina le llamase la atención, en cambio, Keira solo deseaba no meterse en problemas. 🚬 Keira nunca fue de tener amigos, de hecho, ya ni siquiera lo intentaba. De tanto mudarse, perdió la habilidad de so...