Capítulo 33 🚬

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Advertencia +18, sigan amándome y comentando mucho que amo leerlas.
Por favor y gracias.

Franchesco estaba durmiendo plácidamente mientras su brazo seguía de rodeando mi cintura, pero yo no podía dormir

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Franchesco estaba durmiendo plácidamente mientras su brazo seguía de rodeando mi cintura, pero yo no podía dormir.

Simplemente, no podía.

Veía una y otra vez aquel cofre entreabierto y aquellas hojas y sobres abiertos.

¿Serían las cartas?

¿Él habría visto todo?

¿Me contaría si así fuera?

Solté un suspiro tratando de levantarme de la cama sin hacer ruido o provocar que él se despierte.

No iba a poder dormir si no veía lo que había allí en el escritorio.

Sabía que habían pasado horas porque había luz entrando por las cortinas. Así que debía apurarme.

Quité el brazo de Franchesco como pude y me levanté lentamente, tomando mi sudadera y colocandomela.

Allí, de pie y vistiendo solo una sudadera. Me reemplanteé si lo que estaba haciendo estaba bien.

Es decir, era algo privado.

De él y de su amigo. Pero... ¿Y si realmente estaba conectado con mi padre?

Miré a Franchesco dormir mientras me rascaba la nuca, indecisa y nerviosa.

Me di la vuelta y fui hasta su escritorio, no toqué ni leí nada. Solo estaba parada allí, existiendo.

No había mucha luz, pero era la suficiente como para poder leer aquellas hojas escritas y sueltas en aquel escritorio.

Mordiqueé mi labio y terminé por decidirme.

Me acerqué a aquellas hojas y leí por arriba.

"Escribo esto porque ya no sé cómo hacértelo saber, pero te amo Caleb. Realmente lo hago y soy capaz de huir contigo y con el bebé que cargo".

¡¿Qué mierda?!

¡¿Ludovica escribió eso?!

Entré en desesperación con tan solo leer eso y provoqué que mis piernas dejarán de funcionar, así que caí al suelo. Haciendo un fuerte estruendo que despertó a Franchesco.

Y a una voz femenina que gritó.

—¡Aún es temprano para andar jodiendo, imbécil!

Era Ludovica, sin duda.

Franchesco me observó confundido, pero al verme en el piso me sonrió divertido.

—¿Qué pasó? ¿Te empujé? —cuestionó bajito, pero con cierto tono de diversión.

Negué con la cabeza, mientras me ponía de pie y me dirigía a él.

Por suerte no se había dado cuenta de nada.

Keira y sus problemas [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora