Abro los ojos lentamente, las velas apenas iluminan mi habitación pero son suficientes par saber quién se encuentra a mi lado.
— ¿Qué pasó?
Neji levanta la cabeza como un rayo, acaricia mi mejilla con una mano.
— Tuviste un colapso en el comedor, Hiashi-sama te cargo hasta nuestra habitación y Seijun intentó curarte.
— ¿Hiashi Hyuga? ¿El mismo que siempre planea cómo botarme a patadas de aquí?
— Ustedes podrían llevarse bien, incluso se anticipan al movimiento del otro, Hiashi-sama dijo que fue porque Seijun y Hikari se lo pidieron.
— Vaya eso si que es extraño.
Me reincorporo con la ayuda de Neji que parece revolotear a mi alrededor atento de cualquier posible síntoma.
— Esto es raro...
— ¿Te pasa algo? ¿Es la cabeza de nuevo?
— No, bueno sí pero no de la manera en la que crees, es sólo que... Ya no me duele.
💧
Hikari ha estado de excelente humor desde la mañana, conmigo saludable podrá ir al festival del Tigre Matutino. Todos los años asiste sin falta pero siempre la acompañaba Usami, éste año no esta en casa y le deprimia no asistir al evento.
Seijun tenía una misión, Neji y Hiashi tenían que discutir algunas cosas del Clan y Takumi y Usami no estaban en la aldea, su única opción era que yo la llevara.
— Hikari cariño quédate quieta o te picare con la peineta.
Si cabello es casi tan lacio como el mío aunque más manejable, lo agarro todo en dos colitas de caballo con peinetas gemelas en forma de conchas.
Ajusto un poco su kimono para que no lo lleve arrastrando, a diferencia de Takumi ella tiene una estatura promedio para alguien de su edad.
— Listo, procura no ensuciarte mucho.
— Mami, si le compro dulces a Takumi y a Usami ¿aún servirían para cuando ellos vuelvan?
— No lo creo, esos dulces son artesanales y no duran tanto tiempo.
Hace una mueca de tristeza y baja la mirada.
— ¿Cuándo van a volver?
— Estarán aquí para el verano.
— ¡Pero falta muchísimo!
— La mejor cualidad de un ninja es la perseverancia Hikari.
Llaman a mi puerta, cuando le permito pasar una empleada me hace una reverencia y extiende un pergamino.
— Kikyo-sama, ha llegado esto para usted.
— Gracias Jun, puedes retirarte.
Lo abro con rapidez al identificar el sello de Kimimaro.
La frontera nos 'arrojo' algo muy interesante, ven el día de hoy antes de que la 'prueba' sucumba a la enfermedad.
¿Enserio tenía que hacerlo tan ambiguo? Maldición Kimimaro siempre me hace lo mismo, se asegura que vaya al no contarme las cosas con lujo de detalle.
— ¿Qué es mamá?
La voz de Hikari me regresa al presente, ¿Ahora qué hago? Mi hija parece leer el dilema en mi cara porque suspira resignada.
— Tal vez sea mejor esperar a Usami-niisan, después de todo es nuestra tradición.
— Hikari lo lamento.
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El final del camino
Fiksi PenggemarHa pasado más de una década desde la Cuarta Guerra y Natalia sabe que el periodo de paz ha llegado a su fin. Con algo que proteger, nuevamente está moviendo las piezas del juego a su favor.