Pergamino 38

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Pov. Alejandra

Nagato mantiene la mirada fija en el tablero, lentamente, los civiles y shinobi de la lluvia se fueron trasladando al centro de la capital. Hikari y Miyana se han encargado de recorrer el área y desempacar todas las herramientas que Sumire y Ursa crearon para defendernos.

— Shinki y Takumi se dirigen a Konohagakure, Gaara prefirió que ellos tuvieran más protección.

— Está bien, ellos sabrán defenderse.

Cierro el pergamino y espero junto con ellos. Desde el ventanal observo a Itachi y Usami dirigir a la gente hacia un lugar seguro, muchos de ellos se van al área subterránea construida durante la Segunda Guerra.

— Ya empezó.

Konan señala la primera luz roja que se enciende, el Raikage y su antecesor estaban al tanto de todo. Evacuaron a los niños hace unas horas, en cuanto a los civiles...esperan determinar quienes son traidores.

Los minutos se vuelven horas, a lo lejos hemos visto poderosos rayos surcar el cielo. Más luces se encienden a todo lo largo del País del Rayo.

— Son sólo dos los que acudieron — Nagato señala los patrones de ataque en el mapa— Tres... Cuatro...

Frunce el ceño y comienza a hacer sellos de manos, la lluvia se hace presente en la aldea y la veo expandirse un poco más allá de los límites. Está esperando que lleguen en algún momento.

— Deben apresurarse y cerrar la aldea.

Hago lo que me pide y realizo la señal que acordamos. Con las luces de la torre principal la tierra tiembla y grandes cadenas del blanco más puro emergen de la tierra.

Hikari se encuentra de pie en una plataforma con la concentración marcada en el rostro. Miyana manipula el papel y juntas crean una barrera alrededor de Amegakure.

— Se acerca un tren de Kumo.

Konan y yo nos asomamos para ver a un vagón a lo lejos y con él, varias mujeres de pelo chillón. Las que Nagato estaba contando. Destruyen la parte trasera del mismo desviándolo del carril y volcándolo.

— Son civiles...

— ¿El riesgo vale la pena?

Nagato nos mira seriamente, los tres sabemos que nuestra misión es únicamente distraerlos y resistir lo más que se pueda. Sin embargo, vemos que los civiles luchan por sacar a Killer B del vagón.

— Eso es inesperado...

— Ya está recolectando a los bijū.

Sin esperar respuesta, Konan y yo emprendemos la marcha hacia ellos. Yo soy la primera en cruzar la barrera y llegar hasta un malherido B.

— Sigan las vías y llamen a Miyana para entrar.

— Gracias Hokage-sama.

— ¿Tú?

Varias voces irritantes se escuchan preguntar al unísono. Son seis en total, todas iguales y enojadas.

— Bueno, supongo que esto es un premio, disfrutaré de matarte ahora.

Su primer ataque falla por muy poco, lanza más consecutivamente mientras ríe de forma histérica. Dos de ellas son derribadas por una lluvia de papel y una tercera es inmovilizada.

Incrédula ve a Konan materializarse en el aire, hace un gesto de desagrado y las tres copias que fueron afectadas se lanzan contra ella utilizando armas muy potentes. Aprovechando su distracción, me pongo en posición para abrir las puertas internas.

El final del caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora