Pergamino 2

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La bolsa de hielo ha empezado a derretirse y a mojar mi cabello.

— Kikyo toma, me dijeron que esto ayudaría.

Temari me pasa una especie de jugo el cuál me lo bebo de un solo trago, ambas vamos en el tren para Sunagakure pero en la frontera con el País del Fuego sentí una acumulación de chakra muy intensa.

Era tanta energía que me provocó una migraña que ha durado todo el trayecto posterior.

— Siento que la cabeza me va a estallar.

— Aguanta solo un poco más, en diez minutos llegamos y Chiyo-baasama podrá checarte.

Hemos viajado solas, yo porque no quería exponer a mis hijas y Temari porque Shikadai no quiso acompañarla.

— Esto no me gusta Temari, ni siquiera sentí lo mismo cuando nos enfrentamos al Juubi.

— Ni a mí, tal vez hubiera sido mejor decírselo a Naruto.

Hago una mueca involuntaria, no es que la piña me caiga mal pero ahora que se reconcilió con su pato no puedo hacer lo que se me plazca sin que Sasuke se entere, y yo con él nunca me he llevado.

— No creo que sea lo mejor, Naruto tiene otras cosas entre manos, además no me gusta alertar de algo que desconozco.

— ¿Todavía no te terminas de adaptar al sistema de Konoha?

Le sonrío a Temari, ella mejor que nadie entiende el porqué el País del Fuego no me termina de gustar.

— ¿Sinceramente? No, vaya incluso extraño Kirigakure.

— Admito que me gustaría seguir viviendo en Sunagakure...

Atención pasajeros, la estación del País del Viento les da la bienvenida. Asegúrense de tomar sus cosas al bajar y gracias por viajar en el mundo del mañana.

El altavoz emite estática antes de apagarse, sosteniendo la bolsa de hielo con una mano sólo puedo cargar una de mis maletas.

— Pásame eso.

Temari toma mi bolsa de viaje y me ayuda a salir, la estación es bastante más despejada que la de Konoha. Antes de continuar reparo en Shinki, el chico me hace una reverencia muy formal (algo raro para alguien de su edad) y me mira directamente a los ojos.

— Kikyo-sama, mi padre la espera en la casa principal.

— Pensé que el vendría por nosotras.

— Tuvo un ligero inconveniente, seré yo quien las acompañe.

Temari llega a nuestro lado y Shinki nos señala una especie de carroza, me siento como una celebridad. Él se hace cargo de nuestras cosas en lo que ambas subimos al vehículo.

— Ése chico es demasiado serio.

— Gaara también lo es.

— Sí pero mi hermano aprendió a ser más sociable, Shinki parece el prototipo perfecto de un caballero.

El chico entra en la cabina dando un golpe en el techo con su capa de metal. Maldigo cuando pasamos un bache, si sigo así mi cabeza se volverá papilla.

— El hielo se derritió.

— ¿Te sigue doliendo?

Temari se hace cargo de la bolsa mientras yo asiento masajeando mis sienes.

— Shinki creo que primero pasaremos con Chiyo-baasama.

— Por supuesto.

El carro cambia de dirección, el calor y el movimiento no ayudan a que la migraña baje. ¿Qué demonios fue lo que provocó ése acumulo de chakra?

El final del caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora