Narrador omnisciente
La Hokage veía la lista de los nuevos ANBU en servicio, su pluma cayó de la mano al ver la foto de un pelinegro. Kawaki había tenido un destino diferente con ella al mando, tanto que para aquel entonces ya estaba comprometido con la directora del Equipo de Desarrollo de Herramientas Científicas.
— Supongo que la boda se atrasará un poco.
— Así que ya lo viste— el pelinegro regresaba la foto de sus mellizos al marco— Será activo hasta dentro de dos meses, más bien se adelantará.
— Ursa se volverá loca con los preparativos, será mejor que le pida a Ino ayuda con eso.
— Y a Hanabi, desde que el pequeño Sora se empecinó en acompañar a Ursa al altar cree que su deber es dejar bien parado a su hijo, eso involucra preparativos.
Las cosas no cambiaron mucho cuando regresaron, a excepción del nacimiento de Sora la aldea seguía casi igual. Sin embargo Itachi se prometió (a él y a su hermano) no volver a perderse el nacimiento de otro sobrino, para su suerte en octubre llegaría una niña a la familia Uchiha.
Los países mostraron bastante resistencia a que los bijū fueran liberados pero accedieron al saber que las personas que los ayudaron a recuperarlos estaban de acuerdo. El Mizukage fue el que los persuadió al escuchar que fue su hermana la que hizo esa labor.
Lo único que lamentaba Sakura era no haber llevado algo para que la conocieran, a ella y a sus hijos. Sólo pudo llevar fotografías que Tadase y Tsukumo valoraban con el alma, cada tanto se reunían para saber lo que había sido de ella y escuchar anécdotas de sus proezas y metidas de pata.
Kiri y Konohagakure estrecharon lazos desde entonces, los que habían sido enemigos durante décadas eran ahora los más cercanos aliados.
— Se lo voy a comentar hoy mismo, pues la planta de energía solar también está a nada de inaugurarse.
— Estará bien, siempre lo está...
Ambos ninja sonrieron y desocuparon la oficina, su amistad siguió durante mucho tiempo. Vieron surgir nuevas generaciones y madurar a las ya existentes, la aldea cambió, el mundo cambió, pero ellos conservaron su esencia.
El periodo de paz perduró por siglos gracias a su trabajo y dedicación. Lo que ellos no sabían en ese momento es que no eran los únicos que estaban celebrando una boda.
Del otro lado de la estructura dimensional otra familia se preparaba para celebrar nupcias. El muchacho pelirrojo atravesaba los pasillos de su hogar hasta la oficina que ocupaba su hermano mayor.
— Takumi, es hora de irnos, el tío Takuma nos espera en la estación de tren.
— Voy, sólo falta un último documento.
Se recargó en el picaporte, casi todo el clan había partido para entonces, sólo faltaban ellos.
— Date prisa, si llegamos tarde mamá nos matará a ambos.
— Ya lo sé, son sólo cinco minutos...
— ¡Tío Ryū!
Una niña de pelo castaño y ojos aperlados se lanzó en contra del pelirrojo, que la atrapo en el aire.
— ¡Hanan! ¿Cómo está la princesa más hermosa del País del Fuego?
— Esperando que papá se apure para irnos a la boda de la tía Hikari.
— ¡Ya somos dos! — el albino fulminó con la mirada a su hermano menor— ¿Por qué no le dices a tu mamá que ya nos vamos? No quiero hacer esperar a la abuela.
La niña saltó gritando por los pasillos llamando a su madre.
— Si tanto te apura llegar ¿por qué no te fuiste con mamá y papá cuando se fueron en ese tour de las Cinco Grandes Naciones?
El pelirrojo lo miró como si le hubiera crecido un cuerno.
— Soy un ninja sensor, y mamá y papá estarían solos durante bastante rato. Créeme, por mi bienestar mental me favorecía no ir con ellos.
— No son tan terribles, menos sabiendo que tú sientes hasta a los insectos.
— Sí lo son, no me sorprendería si llegaran con una sorpresita.
–En su momento todos se sorprendieron de tu llegada— dijo el albino en un último intento de defender a sus padres.
– ¿En serio? Yo estoy sorprendido de que se detuvieran en cinco hijos.
Azotó el libro de cuentas amenazándolo para que cerrara la boca, claramente el pelirrojo se resistió y le sacó la lengua.
– Me gustaba más cuando sólo podía darte un chocolate para que cerraras la boca
– Aún la cierro si me das chocolate
– Sí pero no por mucho tiempo— bufó el albino.
— ¡Rápido Takumi!
Aventó varias cosas de su equipaje en una bolsa y lo arrastró hasta la estación de tren antes de que el albino encontrara algo nuevo que debiera arreglar. Lo cierto era que todo estaba en orden, gracias a su gestión como líder, el Clan Hyūga fue de los primeros en recuperarse de la caída del País del Fuego.
Un acontecimiento que ahora parecía tan lejano, con nuevas construcciones, avances y aliados, el mundo había cambiado. De entre las cenizas habían resurgido clanes que se pensaban perdidos hace mucho.
Ahora empezaban a tomar fuerza, los Senju de Konohagakure, los Uchiha de Amegakure y próximamente, los Uzumaki de Sunagakure. El tren llegó sin ningún percance y desde la estación pudieron presenciar el alboroto y entusiasmo de la gente.
Los hermanos se reunieron con Usami Uchiha y su esposa Miyana, los tres con los pelos de punta al saber que entregarían a su hermana. Ryū no fue especialmente apegado a ella, pero agradecía que fue la única que le habló de sus padres y que mantuvo la esperanza de volver a verlos.
Incluso el Séptimo Hokage había asistido a la ceremonia, entre la multitud reconocieron a sus padres y a su hermana mayor sentados en el área principal junto con Lord Kazekage. Cuando comenzó la ceremonia Shinki se irguió un poco, una leve indicación de que sentía nervios.
La novia apareció con un kimono de fino bordado, característico del País del Viento y una peineta que había salvado al mundo ninja. Hikari y Shinki recordarían ese día con alegría, sin embargo la madre se escabulló hacía el cementerio, donde la mujer que le salvó la vida descansaba.
— Bolas de masa hervida en sésamo— colocó la comida enfrente de la lápida — Te dije que las de Kumogakure eran las mejores.
Así como ella se despedía de una ayuda inesperada, en otro lugar alguien más se despedía de este mundo. La mayoría de las flores se habían marchiado, pero, al fondo de la reserva y pegado a la montaña se encontraba un pequeño árbol.
Y debajo de este una ardilla se acostó a descansar, y así, pacíficamente sus ojos se cerraron para siempre y exhaló su último aliento. Despertó en otro sitio, precioso y de verdes pastos.
— Miki.
Sus orejas se irguieron al escuchar su voz, logró enfocar la imágen de una hermosa mujer de pelo azabache que la tomó en brazos. Poco a poco se le fueron uniendo todos los rostros que extrañó en vida.
Un hombre albino, un hombre moreno y tres cabezas con matas de color rojo fuego, en ese lugar los rencores se habían olvidado. La mujer pelirroja acarició su cabeza y depositó un beso en ella.
— Ya puedes descansar Miki, tu misión ha terminado.
Pero la ardilla era lo menos que quería hacer, se levantó, saltó y corrió entre todos los presentes que le sonreían, finalmente más allá en el prado se encontró con un chico de pelo bicolor, de ojos oscuros pero amables que le brillaron en cuanto la reconoció.
Extendió los brazos y Miki corrió hasta él, en su abrazo por fin entendió que todo había terminado y que después de tantos años en soledad, se había reunido con las personas que más había amado en vida.
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El final del camino
FanfictionHa pasado más de una década desde la Cuarta Guerra y Natalia sabe que el periodo de paz ha llegado a su fin. Con algo que proteger, nuevamente está moviendo las piezas del juego a su favor.