Pergamino 13

76 9 0
                                    

Camino por el pasillo con otra cubeta llena de agua, después del cumpleaños de los mellizos Hikari comenzó a enfermar, empezó con pequeñas cosas, falta de apetito, sueño excesivo hasta debilitamiento muscular.

No tardamos en buscar a Sakura, al principio creímos que era por el entrenamiento, traía las manos con múltiples cortes por sus prácticas con shuriken y una vez la encontré en el jardín entrenando de madrugada. Pero después y tras varios exámenes lo descartamos, sin embargo tampoco encontramos la causa de los malestares.

— ¿Ya bajó?

Neji niega con la cabeza y en cuanto acerco la cubeta sumerge nuevas toallas.

— No ha bajado ni un grado, será mejor llamar a Sakura.

— Yo iré, soy más rápida.

Salgo de casa con mi ropa de dormir y el pelo suelto, las calles todavía están inundadas de oscuridad pues faltan un par de horas para que amanezca.

El pequeño departamento de Sakura está casi en el centro de la Aldea pero no tardo ni media hora en llegar. Toco la puerta con insistencia, sin embargo no la siento en casa.

— Shizune soy Kikyo, necesito ayuda.

La susodicha abre la puerta con el almohadazo en la cabeza y apenas sosteniendo una bata.

— ¿Kikyo? ¿Qué sucede? Son apenas las cinco.

— Lamento molestar pero Hikari tiene una fiebre altísima y no puedo lograr bajarla, necesito que Sakura venga.

— ¿Hikari? Un momento, iré yo. Pero tengo que despertar a Sarada.

— ¿Por qué? ¿En dónde está Sakura?

— Ha tenido que ir a los países pequeños por un brote de neumonia atípica, salió de la aldea ayer por la tarde.

— Maldición... Está bien te espero, pero por favor ven rápido.

Ella asiente y me ofrece pasar a la salita en lo que ella arregla todo. A los minutos veo salir a una Sarada medio dormida, ni siquiera se ha dado cuenta de que hay una persona en su sala.

— Listo, vámonos.

Para ligerar el viaje yo me hago cargo de Sarada, ni bien se apoyo en mi espalda volvió a dormirse. Cuando llegamos dejo a la niña en el cuarto de Seijun y Ursa, y dirijo a Shizune al cuarto de Hikari.

Neji se hace un lado dejándola pasar, Shizune toma las toallas retomando el trabajo que mi esposo estaba haciendo. Las alejó por menos de un minuto de su cuerpo, pero cuando volvió a tocarla retiró la mano inmediatamente.

— ¡Está ardiendo!

Me dirijo a ella y toco su frente, efectivamente está ardiendo en fiebre.

— ¿Cómo es posible? Subió en cuánto quitamos las toallas...

Los tres regresamos los trapos húmedos a su cuerpo mientras Shizune comienza a inspeccionarla.

— ¿Ha tenido tos o dolores intensos de cabeza?

Negamos.

— ¿Dolor de estómago?

Negamos.

— ¿Dolor en el cuello o sensación de rigidez en él?

Negamos.

Seguimos haciéndolo después de otras diez preguntas parecidas, se lo que buscaba Shizune, pero todo lo descarté antes.

— Su red de chakra está como loca, como si también estuviera hirviendo y tratando de salir— le digo con algo de temblor en la voz.

— Es normal, Lady Tsunade y yo nos topamos con varios casos a lo largo de los años.

El final del caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora