[Capítulo 114]

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- Hubo algo de magia involucrada ...

- ¿No tenías dinero?

- La magia se ocupó, ¡eso es un secreto comercial, señor!

¡Dios, casi le hablo de las monedas falsas! Traté de apartar la mirada de la mirada acusadora de Claude.

- Lo supuse. Me preocupaba que te estuvieras muriendo de hambre en algún lugar.

Lo miré sin comprender mientras su voz baja trepaba por mi oído.

Nos miramos el uno al otro por un momento sin decir una palabra.

Claude estaba aún más devastado que cuando lo conocí en el jardín de rosas y cuando lo vi en su habitación el otro día.

Oh, ahora se da cuenta de que me han tratado como una mierda. Era apropiado para él, para su personalidad de todos modos, seguir de pie después de vomitar tanta sangre.

Lo miré en silencio y comencé a hablar.

- Pero dijiste que no eras mi papá.

- No. No lo soy.

Mis preguntas fueron seguidas por respuestas obstinadas.

- ¿Pero por qué te preocupas tanto?

Sentí sus emociones temblar a través de sus ojos y le susurré una pregunta más.

- ¿Por qué actúas como si fueras mi papá?

Me preguntó como si estuviera preocupado por mí y ya no parecía esperar a que me matara.

Esta vez, siguió un breve silencio en lugar de la habitual respuesta obstinada.

- Yo tampoco lo sé.

Observé cómo la expresión facial de Claude cambiaba gradualmente de una mirada enojada y rechinante a una mirada sutil y tranquila.

- Pero cuando me llamas así, se siente raro.

- .......

- Solo verte hacer esa cara me hace sentir así.

No entendí lo que quería decir con mi cara, pero su mirada me hizo sentir extraño. Parecía que se había tragado una bolsa de chinchetas.

- No tengo ni idea de por qué me siento así cada vez que te veo.

Los puños de Claude se apretaron con más fuerza.

- Todavía no recuerdo quién eres y, por lo tanto, no puedo convertirme en quien quieres que sea.

Sus palabras fueron tristes, pero ...

- Quizás nunca lo sabré.

Pero pensé para mí mismo que Claude podría estar pasando por el mismo miedo que yo en esta misma situación.

- Sin embargo...

Claude escupió un ultimátum.

- No puedo permitir que te vayas.

Sus ojos se llenaron de frío una vez más.

- Estarás donde pueda verte y llegar a ti cuando lo desee.

La atmósfera que rodeaba a Claude de repente se congeló como si le recordara las dos veces que huí. Sus palabras golpearon mis tímpanos como dardos lanzados a un tablero.

- Si vuelves a desaparecer sin mi conocimiento, te mataré.

Pero ya no le tenía miedo.

- Incluidas las personas que te ayudaron a escapar e incluso aquellas cuyas ropas rozaron ligeramente la tuya.

El Zhukulento Lobo Negro Solitario Es MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora