[Capítulo 163]

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Cuando Ezekiel estaba lejos, siempre respondía sus cartas a pesar de haber estado ocupado todo el día. Y cada ves que regresaba a Obelia, siempre estaba dispuesto a dedicarle su tiempo y se quedaba en la mansión por ella. 

Pero de pronto empezó a cambiar... quizás fue inmediatamente después de conocer a la princesa Athanasia.

- Creo que sería mejor volver adentro.

- No quiero volver todavía.

Pero como lo que había dado por sentado anteriormente, su corazón podría haberse vuelto más desesperado que antes. Quería tener a Ezekiel desde lo más profundo de su corazón y permanecer juntos como ahora. Ni siquiera recordaba cuándo había comenzado este sentimiento.

- ¡Señorita Magrita! ¿Está bien?

En ese momento, alguien abrió la puerta de la terraza y salió.

- Cabel, deberías entrar después de tocar.

- Escuché que la señorita Magrita estaba enferma, ¿cómo puedo estar tranquilo?

Zenit sonrió levemente al escuchar el ruidoso alboroto causado por Cabel.

- Estoy bien, solo descansare un poco y me sentiré mejor.

- ¿Es eso así?

- Pero, ¿recibiste el objeto?

- Oh, no fue posible. Dijo que estaría frente al candelabro que estaba fuera del salón de banquetes, pero sin importar cuánto tiempo esperé, no apareció.

Cabel Ernst se había ido tan pronto como comenzó el banquete, fue tan pronto como le dijeron que habían encontrado el regalo de su hermana, el cual había perdido en la ultima competencia de caza.

Sin embargo, se había equivocado con el lugar acordado o de seguro ambos estaban caminando en circulos, así que no tuvo más remedio que regresar con las manos vacías, por lo que estaba decepcionado.

- Por favor, anímese. Él estará en el banquete de todos modos, así que podremos encontrarnos con él hoy.

- ¡Señorita Magrita! ¿Cómo puede tener el corazón de un ángel?  

Ante las palabras de consuelo de Zenit, Cabel sonrió con ojos de cachorro.

- Zenit, ahora que te escucho, tu voz parece estar un poco ronca.

- ¿En serio?

- Te traeré algo de beber.

Después de decir eso, Ezekiel se dio la vuelta. Pero inconscientemente, Zenit lo agarró por el dobladillo de su abrigo.

Entonces Ezekiel volteo a mirarla, observando por un momento la mano que lo sostenía, para luego soltar un suspiró. Zenit se estremeció ante el sonido, pero después de eso, Ezekiel se saco su abrigo y se lo puso sobre sus hombros.

- Volveré pronto.

Cabel, que los estaba mirando a los dos, se paro a su lado.

- Sí, señorita Magrita. Mientras esperamos a que Kiel este de vuelta, yo le hare compañía.

Pero Zenit, que estaba en silencio, no estaba prestando atención a las palabras de Cabel, su mirada solo podía enfocarse en la espalda de Ezekiel que salía de la terraza.

Quizás era por el calor en sus hombros o el suave aroma, aun se sentía como si Ezekiel estuviera aquí con ella, incluso si no estaba su lado.

Pero es raro. Cada vez que lo veo darse la vuelta de esa manera, por alguna razón siento que no puedo aferrarme a ti para siempre.

El Zhukulento Lobo Negro Solitario Es MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora