[Capítulo 115]

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Lloré aún más fuerte cuando sentí el denso calor que aterrizó sobre mi espalda.

- P —Papá ...

- Sí.

- Papá...

- Todavía estoy aquí.

Él, habiendo perdido la memoria, me dijo que no era mi papá. Sin embargo, siguió respondiendo a mis llantos, cuando lo llamaba "papá".

Oh, qué tontos somos los dos ...

Mi llanto no se detuvo probablemente porque he estado conteniendo mis lágrimas en numerosas situaciones. Claude olía a algo muy familiar con su calidez diciéndome que estaba bien quedarme aquí y que me lo merecía.

Eventualmente me di cuenta de que finalmente nos reencontramos mientras lloraba en sus brazos.

Ah, estoy de vuelta en casa. Después de todos estos años. Volver junto a quien extraño.

Lloré hasta que no pude más con sus palmaditas un poco incómodas.

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- Lili, ¿sabías sobre ese hechizo?

Me preparé para ir a la cama en el Palacio Esmeralda mientras Lili me ayudaba por primera vez en mucho tiempo.

Sus ojos todavía estaban semihúmedos de hablar conmigo y llorar. Mis ojos también estaban rojos, pero porque comencé a llorar no mucho después de que llegué al palacio.

- Su majestad admiraba el retrato todos los días que dibujaron juntos.

Lili sonrió mientras me cubría con una manta.

- Mantenía la piedra de video en su habitación durante los días que no estaba.

Cerré mis ojos momentáneamente y los abrí cuando sentí su cariñoso toque. El rostro de Claude apareció en mi mente y se hundió gradualmente.

- No lo dijo explícitamente, pero estaba arrepentido por sus hechos pasados.

Lili tenía razón. Claude realmente parecía una torre Jenga desequilibrada a punto de colapsar en cualquier momento. Además, se obligó a vomitar sangre por ese estúpido encanto ... Qué tonto es.

- Por supuesto que estaba enojado con su majestad porque eres la persona más importante del mundo para mí.

- No, no ... soy yo quien causó todo esto de todos modos.

- Se supone que padres e hijos son diferentes. Puede ser porque me he atrevido a pensar en ti como si fueras mi propia hija.

Una leve risa con un suspiro resonó por encima de mi cabeza. Moví mi nariz cuando sentí el toque calmante en mi cuerpo y escuché el susurro reconfortante.

- Pero creí que no te haría daño.

Sus manos y su voz reconfortantes continuaron consolándome.

Entonces, de repente, me di cuenta de que nunca había dormido tranquilamente desde que salí del palacio. Mis párpados cayeron mientras seguía recordando eso.

- Que duermas bien, mi adorable princesa

Finalmente cerré los ojos escuchando su relajante voz angelical.

Finalmente pude dormir en completa tranquilidad esa noche.

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El Zhukulento Lobo Negro Solitario Es MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora