XXVII

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Capítulo 27: No te preocupes por mi (parte dos)

-NARRADOR OMNISCIENTE-

La mandíbula de Alba se desencajó con una expresión de sorpresa pura. Le recorrieron sensaciones alternas de alivio y alegría. Natalia la estudio desde su posición, pensativamente. Sus miradas se cruzaron brevemente y entonces la morena bajó la suya, claramente avergonzada.

El lugar estaba vacío a esas horas de la noche, y solo la pequeña fogata que Natalia había construido destacaba, vivaz, sobre la arena. Una manta negra, a su lado, sujetada por una gran cesta, esperaba a ser ocupada por las dos jóvenes enamoradas.

-Jolín, Nat...

La morena dirigió sus ojos hacia su acompañante, con verdadero nervio. Estas cosas siempre la ponían de esa manera. Y esperaba una reprimenda, pero Alba lo hizo bien, lo hizo bien porque le sonrió. Y así, de pronto, Natalia experimentó un acceso de amor contagioso.

-También he traído música y una película -dijo Natalia con más confianza-. Espero haber escogido bien.

El cuerpo de Alba se aproximó al de Natalia.

-Te quiero, cariño -mencionó la más alta.

-¿Soy tu cariño? -Natalia asintió con una sonrisa. Alba le parecía exquisitamente adorable-. Lo soy... -y una expresión de felicidad se dibujó en el rostro de la más pequeña.

Su cariño. Y se quedó así, pensando en eso, durante unos segundos. Un beso frío, breve e idóneo la devolvió al sonido del mar, a los ojos de su morena favorita y a una realidad demasiado quimera a su parecer.

-Te quiero también -dijo Alba antes de abrazar a Natalia.

La morena la envolvió con ansia, deleitándose del aroma que emanaba su compañera. La combinación de ese aroma, junto a la del mar... que memorable. Natalia cerró los ojos del gusto, y se guardó el remezón de sentimientos en lo más recóndito de su alma.

-Nunca pensé que abrazar a alguien sería... -Natalia caviló, aún con los ojos cerrados y se quedó callada.

-¿Sería qué, Natalia?

La rubia rodeó el cuello de Natalia con sus brazos y la atrajo hacia a ella... Sus labios volvieron a sentirse fríos, pero se calentaron al contacto. El efecto fue inmediato, a la velocidad de la luz, atravesando vigorosamente el ser de ellas dos, atiborrando cualquier presunción, chispeando como bengalas en la noche.

Se separaron por culpa de la falta de oxigeno. La mirada de Natalia ardía sobre la de Alba, y sus manos se aferraron a la cintura de la rubia, tratando de no gritarle lo viva que se sentía gracias a ella.

Aunque para eso estaban sus oscuros ojos, plagados de un brillo ingenuo.

-Como abrazar una estrella fugaz -respondió Natalia.

Alba frunció el ceño, sin entender la comparación. Y antes de que la morena tuviera que dar una explicación de ello, volvió a besarla.

Lenta,

cálida,

tiernamente.

No te preocupes por mi - AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora