XXV

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Capítulo 25: Después de superar mi límite mental

Sé quedo sola y no supo porqué. Salió nuevamente a la gélida calle, andando con los ojos de un lado a otro.

Los tacones lastimaban sus pies.

Tap.

Tap.

Tap.

Apocada de frío, se abrazó así misma.

Su soledad, su tranquilidad... Pensó en algo antes de detenerse al escuchar otros pasos, fue un golpecito en sus pensamientos que le exigió moverse, correr tanto como pudiera.

De hacerla consciente.

Contó cinco pasos detrás suyo.

El quinto fue más sigiloso.

—¿Tienes un cigarrillo? —la pregunta llegó como un bufido helado a sus oídos.

Un escalofrío le recorrió el cuerpo.

Era cierto.

Debió haber corrido.

—No.

Una sonrisa juguetona en medio de la oscuridad,

unos ojos enloquecidos,

una nariz ensangrentada.

—¿No te han contado nunca que salir sola por la calle, a estas horas, puede ser peligroso?

Infravaloró sus miedos.

Alba giró su torso para verle.

No había nadie.

Cerró sus ojos con fuerza, y volvió a abrirlos.

Un soplido suave en el cuello la hizo girar con rapidez, erizándola por completo.

—¡Bú! —el susurro instigó a que Alba se cayera hacia atrás, pero sus tacones estaban muy anclados al pavimento—. Ups.

Y luego, un silencio despiadado se instauró en el lugar.

Sus latidos le quemaban el pecho.

Su propia respiración parecía ahogarla.

—¿Qué... Qué... quieres?

Carlos Right se estiró como una goma de mascar, mirándola desde lo más alto. La sangre le había manchado la boca, el pecho, los pantalones y los pies.

—A ti, maldita zorra.

Esta vez, un golpe seco en su rostro la hizo caer.

No se quejó.

Ella nunca se quejaba.

No te preocupes por mi - AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora