No te preocupes por mi - Albalia

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Capítulo 10: Además, últimamente siempre estoy en mi peor momento.

Cuando me incorporé por culpa de la consternación, Alba tiró para atrás, dándose un leve golpe contra la pared. Sus ojos lagrimeaban en medio de la dificultosa mañana que empezaba a brillar por la ventana.

Nos quedamos mirando.

Sus ojos estaban saturados de pánico.

Di un paso hacia delante, pretendiendo acercarme a ella para tocarle el rostro.

Tocarla hasta que mis dedos no le hicieron daño y su piel no me quemara.

Tocarle la tristeza.

Tocarla.

-Alba... -su nombre cosquilleó mi lengua-. ¿De qué Carlos hablas?

Ahora, en la complejidad de vuestra imaginación, imaginaos una rosa colocada en un bote transparente.

-Alba, por favor, di algo.

La rosa está quieta, muy quieta.

Y es hermosa.

Jodidamente hermosa.

-¿Te lo hizo Carlos Right?

Alba posó sus claros ojos sobre los míos, como queriendo chillarlo a través de ellos.

La rosa está llena de aguijones.

Sus pétalos, mojados.

-¿Fue él?

Ahora, imaginaos vuestra mano cogiendo la rosa, con fuerza, desde el tallo.

-Lo siento Natalia, lo siento -corté la poca distancia que nos alejaba y la abracé con todo lo que el cansancio me permitía. Sus lágrimas mojaron mi pecho-. Yo...

Y es, en ese momento, donde los aguijones se incrustan en la palma de vuestra mano.

Cerráis los ojos de dolor.

-Sht, yo voy a cuidarte -susurré solo para que ella lo oyera-. Nos vamos a cuidar.

Pues así,

así se sentía tocar a Alba.

Alba se abrazó a mi como un monito, cubriéndome de mucha calor. Yo acariciaba su rebelde cabellera, de arriba abajo, calmándole el desvelo que la atormentaba desde hace muchas horas.

-Quiero saber algo -dijo con la voz pesada, estirando las palabras en el aire-, ¿responderás?

A esas alturas, debería haber sabido que lo haría.

-Claro, suéltalo.

-¿Me echaste de menos?

Fuera, el sol iba poniéndose con lentitud, abrillantando los pequeños edificios de la zona, pero nosotras estábamos salvaguardadas por una cortina.