XXIII

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Capítulo 23: Todo cambia

Julia apareció al final de la película, con produncia, ofreciendo un poco de atención a Alba, quién, aún notando la presencia de la castaña, siguió inmersa en la película.

Cuando Johannespassion de Sebastian Bach empezó a sonar, Alba sintió estremecerse en su sitio. Julia, en cambio, estaba confundida.

Era el final de The Killing of a Sacred Deer.

Tormentoso, metafórico, espléndido.

Martín miraba desde su asiento a la familia marcharse, con una expresión inexplicable. Y luego, se hizo el completo silencio. Alba expulsó el aire que había retenido, especialmente, en esa última escena, y soltó un «guau».

—Vaya... ¡vaya!... ¡puff! —Alba no sabía que decir, e instintivamente, giró su cabeza para mirar a Julia. Era complicado para Alba contener sus emociones después de ver cualquier película. La castaña estaba con el ceño fruncido, divertida—. Joe Juls, te has perdido una buena película.

—No me la he visto , pero seguro que hay lío que flipas —sonrió Julia—. ¿De qué iba?

—No lo entenderías —respondió Alba, y así era. Cada uno tendría que experimentar las sensaciones de esa película. Contarlo no serviría de nada—. ¡Así que ya puedes vértela!

—¡Pero si ya me he visto el final!

—¿Y que más da?

—Pues que no es lo mismo, ¡ya sé como acaba!

—A ver, ¿qué sacas tú con ese final?

Julia no supo que decir.

Dí algo inteligente, pensó.

Piensa, Julia...

Pero no se le ocurría nada.

—¿Ves? No importa el final, importa la historia y como tú lo experimentes —interrumpió Alba al esfuerzo de pensamientos que tenía Julia—. ¿Por qué crees que los finales gustan y disgustan? ¡Pues porque cada uno lo siente a su manera!

—¿Cómo La La Land? —Alba rió—. ¿Qué pasa?

—Un ejemplo muy acertado —Alba se inclinó de hombros—. El final es maravilloso porque te muestra que la historia no va realmente del amor entre los protagonistas, pero sí hacia los sueños —la rubia suspiró—. A mi el final me pareció especial. Y esas sonrisas... cualquiera diría que podrían tener otra oportunidad.

—Pero debían acabar juntos —replicó Julia.

—¿Si te miraras solo el final, sentirías lo mismo que cuando te miraste la película entera?

—Claro que no, porque sé la historia que tuvieron.

—Pues ahí lo tienes —Alba sonrió—. En mi opinión, sin historia no palpas nada del final, no te hallas en la situación de sentirte feliz porque acabaron bien, sentirte triste porque alguien muere, sentirte eufórico porque ganaron una batalla. La historia te muestra todo, el final solo es una pieza. Con la historia creas, amas, sientes.

No te preocupes por mi - AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora