Capítulo 4: Me siento como una cerda.
-Valeria -le dije.
-¿Con quién me engañas? -me preguntó acercándose-. Dime la verdad.
-Eso es ridículo -respondí con la voz nerviosa, mientras jugaba con mis dedos. Sentí las inmensas ganas de escabullirme de allí-. Ya sabes que no hay nadie más que tú.
-¿Entonces que hacías en el bar?
-Nada -dije retrocediendo hasta la pared.
-¡Sé muy bien lo que haces cuándo no estoy a tu lado! -me cogió de los hombros y me sacudió una vez-. ¡Eres una zorra!
Levanté los brazos y le aparté las manos.
-Has bebido -dije, haciendo que sus ojos chispearan de cólera-. Eres tú quién me debe una explicación.
Me giré, intentando marcharme, pero eso encendió más su enfado. Me cogió por el pelo y me dio un tirón.
-¡Valeria, me haces daño! -grité-. Para, por favor.
Ella se echó a reír y con su mano libre trazó una curva y lo estrelló contra mi sien, provocando que que fuera a dar contra la pared.
Al principio, no emití ningún ruido. El golpe fue tan rápido e inesperado que mis sentidos se quedaron atónitos.
-Te lo mereces -me dijo-. ¿Crees que puedes hacer lo que te plazca? ¡Eres una puta zorra!
Me cogió otra vez del pelo y me llevó a rastras hasta la habitación. Quise chillar, patalear, romper a llorar, pero el miedo no me lo permitía. Valeria me tiró sobre la cama.
-Quítate la ropa -ordenó, mientras se sacaba la chaqueta.
-Valeria...
-¡Quítate la ropa! -repitió. Su voz había ganado fuerza.
-Valeria, así no... -pedí, cerrando con fuerza mi chaqueta de cuero sobre mi pecho-. Ha... hablemos.
-¡Quítate la puta ropa! -vociferó.
Y fue suficiente para empezar a desvestirme con las manos temblorosas, bajo su penetrante mirada. Valeria, impaciente, me cogió el brazo, atrayéndome hacia ella y tirándome con ímpetu al suelo.
-Eres una hija de puta -dijo.
Me desabrochó los tejanos y bajó mi cremallera a tirones.
Cerré los ojos con fuerza.
No quería verla a la cara.
No mientras me hacía eso.
El miedo reinaba por toda la casa. Valeria, que estaba mirándome desde su asiento, movía la pierna con nerviosismo. Despacio, muy despacio, levanté la cabeza y nuestras miradas se cruzaron.
-Yo no quise golpearte, Natalia -se excusó, apretando el cuchillo que sujetaba su mano derecha-. Fue el alcohol, sabes que yo... ¡yo nunca te pondría una mano encima si estuviera en mis cabales! ¡Fue el alcohol, mi amor! -sus ojos se cristalizaron y me miraron inquietamente.
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No te preocupes por mi - Albalia
FanfictionAlba y Natalia se conocen en un prostíbulo. Una busca amor. La otra, un abrazo.