XXVI

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Capítulo 26: He vuelto a remontar de repente

—ALBA's POV—

Siguió una mañana luminosa, pacífica. Desperté temprano, con la tranquilidad amoldándose en mi cuerpo. Un resplandor entraba hasta la cama que compartía con Natalia, y las mejillas de la morena brillaban como el oro. La miré y sonreí con ilusión.

Permanecí sin hacer nada, mirándola respirar con serenidad. Después, como si hubiese soñado con una buena película, sonrió. Yo, hipnotizada por ella, me acerqué con cariño y le di un casto beso en la sonrisa.

Te quiero, Alba.

Y quería jugarme otro beso, pero alguien empezó a dar suaves golpes a la puerta. Me deslicé entre las finas sábanas, con cuidado, intentando no despertar a Natalia; y me encaminé por el pasillo de madera, con los pies descalzos, haciendo un ruido estrepitoso.

Al abrir la puerta, una chica, con los ojos ensanchados, levantó su mirada para encontrarse con sorpresa conmigo. Se quedó en silencio durante unos segundos, sin saber que decir. Era morena, y tenía las cejas voluminosas, lo que le daba un aspecto demasiado atractivo.

Sus labios eran como una gran herida abierta.

—Perdón, yo... —Sus ojos apagados, el pelo negro, y una sonrisa tímida, ficticia—. Dios... perdón.

Fruncí el ceño.

—Espera, ¿tú no eres la camarera del café?

—Marta... Marta Sango —se apresuró a decir. Y mi cabeza se iluminó como una bombilla—. Soy amiga de Natalia.

Marta dice que es su favorita.

—Ella está durmiendo ahora —dije, intentando no precipitarme a un sentimiento impropio y fuera de lugar—. ¿Quieres que la despierte?

—No, no... —volvió a dibujar una sonrisa artificial en su rostro—. Ya vendré luego, siento interrumpir.

—¿Alba? —la voz de Natalia sonó ronca y adormilada. Sin embargo, la segunda vez que me llamó, pareció más asustada y decepcionada— ¿¡Alba!?

—Estoy aquí —anuncié. Sus descalzos pies, pisando el parqué, se escucharon apresurados. Cuando sus ojos me pillaron en el pasillo, sonrió. Qué preciosa es—. Buenos días...

—Buenos días, pequeña.

Marta Sango carraspeó, atrayéndonos nuevamente a la realidad. Un buen disgusto, si soy sincera. Natalia giró su mirada hacia a ella y borró cualquier expresión de alegría, sustituyéndola por preocupación.

—¿Pero qué ha pasado?

—Nada... emm... mejor hablamos en otro momento —dijo, alternando su mirada entre las dos. Sus ojos revelaban mucho más de lo que quise mostrar—. No molesto más.

—No, ven —pidió firmemente Natalia. La cogió de la mano, animándola a pasar—. ¿Qué ha pasado?

Cerré la puerta y entré detrás de ellas. Marta y Natalia se sentaron sobre la cama, mientras yo las miraba desde mi distancia, sin saber cómo actuar. Observé como Marta cogía con fuerza, como si su vida dependiera de ello, las mangas de su sudadera, cubriéndose las muñecas. Y yo quebré los labios, imaginándome lo peor. Natalia, arrodillada, acariciaba las mejillas de la morena más pequeña, como si el ser que tenía frente suyo fuera lo más importante que habitaba en este mundo. Me mordí los labios, tratando de relajar mis futuros impulsos.

No te preocupes por mi - AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora