VII

6K 325 222
                                    

Capítulo 7: Incendios que se pueden armar.

-¿Entonces cómo sabes que es así? -La psiquiatra se recostó en el sofá terciopelo color amarillo, perdiendo su postura seria. Yo curvé mis labios en una mueca-. Tienes que entender que cuando algo no va bien, nuestro cuerpo o nuestros sentimientos son los primeros en alertarnos.

-Simplemente siento que es de aquella manera -respondí vagamente, mirando mis largos dedos sobre mi regazo-. Yo sé que tengo que superar la situación, pero mi cabeza a veces maquina a su favor, ¿sabes?

-¿Y crees que es así? ¿Crees, de verdad, que eso era amor? -volví a alzar la cabeza, volviendo mi mirada fija y desganada a la señora mayor.

Esta vez, pude fijarme en el pequeño lunar que tenía en su alargado mentón.

Parecía una bruja.

Una bruja con pociones que aliviarían desde mi sueño hasta mis sentidos.

-¿Podemos hablar de otra cosa? -cuestioné, mirando el reloj que había en la parte superior del consultorio. Marcaba las 17:45-. Aún no sé cómo abordar este tema.

Ella asintió.

-Entonces podemos pasar a hablar de aquella chica que conociste hace poco -elevé una ceja, mientras ella fruncía el ceño, intentando recordar el nombre-. Cómo... em... ¡Al... Alba!

-¿Qué pasa con ella? -me removí en mi asiento, buscando la posición adecuada para no sentirme incómoda.

Aunque la incomodidad bailaba en mi anterior:

un paso para delante,

otro para detrás.

-La última vez me hablaste un poco de ella y siento curiosidad por saber que relación hay entre vosotras -suspiré con cansancio-. Siempre habrán personas externas, que sin saberlo, nos hacen feliz.

Reí por la ocurrencia, recogiendo un mechón detrás de mi oreja.

-Alba solo es la ex-novia de mi mejor amiga -aclaré -. Es verdad que la última vez te hablé de ella, pero tuve motivos para hacerlo.

¡Díselo!

-Ha pedido verme -apreté nerviosamente mis manos-, y he accedido.

Una diminuta sonrisa apareció en los estrechos labios de Ainhoa, una sonrisa que la convencía de algo.

-Pero es una cuestión de buenos modales -me apresuré a decir, apretando aún con más fuerza mis manos-. Después de esto, no volveré a toparme con ella.

-Natalia, creo que es un gran paso que te relaciones, tanto con gente que ya conoces como con gente que aprenderás a conocer poco a poco. Tal vez esta chica, Alba, sea una manera de distraerte de lo que te lastima.

Lancé un largo suspiro y pregunté:

-¿Piensas, de verdad, que podré salir de todo esto?

Ainhoa miró largamente mi rostro, y luego dijo:

-Estoy completamente convencida. Y tú, ¿qué opinas?

-Que de todo se sale.

Siempre que sepas abrir la puerta correcta.

-¡Muy bien dicho, Natalia! -alentó ella.

Aunque la muerte...

No te preocupes por mi - AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora