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Caminaban con cansancio, los dos se parecían en la falta de resistencia física, aunque obviamente uno era inferior al otro gracias a su poca experiencia en la vida.

Descansaron en un lugar despejado, la brisa era refrescante y la luz del día no atacaba con tanta fuerza gracias a la protección de los árboles, Senkuu y Byakuya se miraron por unos momentos. Todo parecía ir bien aunque el mayor aún tenía dudas, no tardaría en hacérselas saber, y justo cuando iba a abrir la boca para hablar con su hijo unos pasos apresurados se escucharon.

— Alguien se acerca viejo

Senkuu tomó sus cosas y camino en dirección a unos arbustos para ocultarse, claramente aprovechando su tamaño, mientras que el mayor no tuvo de otra que tomar sus cosas y alejarse donde había una gran cantidad de árboles.

Esperaron en silencio y ahí estaba; una chica de ojos azules, piel clara, de musculatura poco llamativa y cabello rubio.

Tenía consigo un gran recipiente de agua, tenía al rededor de unos 50 litros como contenido, ésto confundió un poco a los hombres y de dieron cuenta que a pesar de notar a simple vista que la chica no presentaba una amenaza, podían estar equivocados, pues no parecía tener problema alguno para llevar consigo ese objeto.

— ¡Espera Kohaku! Tampoco tienes por qué abusar de tu velocidad

— Me pareció escuchar algo por aquí

— ¿Ah? Pues ya ves que no es nada. Debemos regresar pronto, Ruri necesita el agua

— Ya sé, ya sé, tampoco tienes que recordarme eso siempre ¡Yo llevo el agua después de todo!

Los dos infantes se alejaron del lugar sin prestar mera atención a los instintos de la chica.

Cuando padre e hijo notaron que no había nada que pudiera provocarles problemas fue que salieron de sus escondites, suspiraron un poco y se miraron aterrados.

— Senkuu...

— Sí viejo, ese recipiente tenía aproximadamente 50 litros de capacidad

— No quiero apresurarme a pensar pero ¿No eran de tu misma edad?

— ... No han de sobre pasar los trece años

— ¡Que miedo!

El menor asintió enérgico a las palabras del mayor, no lo iba a negar, le había dado un poco de miedo esa fuerza colosal a dicha edad pues, si bien era algo exagerado, estaba seguro que eso no era producto de la magia sino que del mero esfuerzo propio.

— Sé de una aldea cercana, podemos hospedarnos ahí e intentar formar una vida

— Vamos viejo, te dejo lo de pensar en la estabilidad a tí, después de todo solo soy un niño

— ¡¿Qué?! Puede que seas un niño pero no eres "solo un niño"

— Kukuku no es mi culpa que me veas como algo extraordinario, eso es tu asunto

— Qué clase de niño eres

— Ya te dije antes, no me hagas repetirlo

— Me preguntó qué serán los demás niños a tu lado

El más pequeño le miró confundido y después alzó los hombros, no entendía a su padre, pero tampoco era como si quisiera entenderlo, así que, espero pacientemente a que éste tomará una decisión de lo que ahora iban a hacer mientras hurgaba en su oreja con su dedo medio.

Byakuya suspiró resignado al notar que su hijo hablaba enserio.

— Vamos a la aldea

— Bien, entonces muévete que se va a hacer de noche

Senkuu no dudo ni un momento y empezó a empujar al mayor en dirección a donde sabía estaba la aldea, pero el mayor se sorprendió enormemente por la confianza que le tenía su hijo, sin necesidad de palabras pudo notar un "confío en tí". Quería llorar de la emoción.

Un Hechicero de Magia OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora