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Ante aquellos disparos era obvio que no solo estaban esos cuatro en el lugar, habían más personas, personas que no estaban enteradas de lo que estaba sucediendo ¿Qué demonios eran aquellos ruidos? Era la principal pregunta que estaba en sus mentes, les daba vueltas la cabeza y, aún así, corrían o lloraban.

Después de todo, su instinto los hacía actuar de esa manera.

A la lejanía se podía observar al causante del revuelo, callado y centrado en aquella herramienta que lo hacía disparar aún con varios metros de distancia para con su objetivo. Sus rojos y carnosos labios hacían bailar aquel cigarrillo, de un lado a otro; era su entretenimiento en lo que se aseguraba de no ver ni un movimiento más de parte de su presa principal.

──Misión completa

Habló una vez que no vio movimiento alguno del joven a quien le arremetió tres certeros disparos, sin darle la dicha de obtener una oportunidad para evitarlos, esperando una vez más por la respuesta del comunicador que tenía con él.

──Bien, vuelve de inmediato

──Recibido

Stanley no tardó ni dos minutos para bajar de aquel árbol en el que estaba y, al bajar, se retiró de inmediato, siendo inevitable el ser seguido por Tsukasa y Hyuga.

Sin embargo, se detuvo un instante para activar por segunda ocasión aquel comunicador.

──Luna, ve y confirma que ese chico está muerto. Esperamos noticias tuyas, que no pasen de hoy

No tardó nada en dar la orden en cuanto escuchó la conexión darse, causando que la mujer al otro lado de la línea diera un respingo.

──Soy muy capaz, lo haré en menos de una hora

──Bien

Cortó la comunicación rápidamente, haciendo enojar a la chica con la que hablaba, pero, a final de cuentas, ya estaba ligeramente acostumbrada a ese trato. Aunque le seguía siendo molesto.

Luna, la joven mujer que tenía magia de curación, era un diamante en bruto; podía ser muy poderosa gracias a su magia, sí, pero no parecía tener progreso a pesar de intentarlo. Por eso habían decidido sacrificarla por un futuro para el clero, era lo mejor que podían hacer con una herramienta como ella, al menos, a eso habían llegado sus líderes.

La misión que tenía encomendada no era sencilla, si la descubrían podía morir, lo sabía, pero no imaginaba que sus propio equipo estaba dispuesto a perderle, creía que si las cosas se ponían mal ellos le salvarían la vida, era su confianza en el equipo lo que hacía de ella una gran compañera.

Ella caminaba por el lugar, nerviosa, pero segura de su deber, la gente, por otra parte, estaba tan alterada que chocaban con ella varias veces, tantas fueron las ocasiones que la terminaron tirando. En el suelo, quejándose del leve dolor, pudo notar que, no muy lejos, estaba aquel grupo pequeño que se le mandó a buscar. Trago en seco, poniéndose pálida a su vez, estaba muy cercas de completar la misión ¿Acaso había pasado una hora? Lo dudaba, eso había sido más pronto que otra cosa y, sin poder evitarlo, le aterraba.

Tomó valor y se acercó al grupo, grupo que le lanzó una mirada de desconfianza.

──Mi nombre es Luna, soy curandera ¿Puedo ayudar? Se ve que tienen dos heri-

──Gracias, pero no es necesario

La detuvo en seco un hombre de cabellos bicolor, de mirada azul pero penetrante, sabía quién era, y sabía que sería su mayor problema a enfrentar; él la podía leer totalmente, desde sus mentiras hasta su obvia falta de experiencia.

──Entiendo, pero una ayuda extra no hace mal...

──No es necesario.

Le cortaba cada entrada que trataba de encontrar, se puso nerviosa y buscaba la manera de poder pasar para cumplir la misión que se le había pedido cumplir. Y, de un momento a otro, uno de los heridos se levantó con lentitud para encararla.

──Ugh, si tan interesada estas por nuestro bienestar ¿Por qué no le mientes a ese científico?

La piel de la chica se congeló, estremeciendose del miedo que sintió al ser leída con tanta facilidad. Ella era Luna, una mujer capaz, muy capaz, pero aún así parecía que había subestimado a aquel grupo de novatos.

Un Hechicero de Magia OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora