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Estaba cansado de estar corriendo, pero no lo dejaba de hacer gracias a que escuchaba como lo estaban siguiendo, era difícil tratar de esconderse a pesar de la naturaleza tan extensa.

Sin embargo una idea le llegó a la cabeza; haría trampa.

Aprovecharía su magia, después de todo consideraba que si por ella lo estaban siguiendo debía usarla al menos un poco... Pero ¿Cómo se usaba la magia? Si tan solo hubiera podido tener un maestro o algo parecido, como un padre, un hermano o simplemente un viejo que quisiera enseñarle.
Las cosas eran complicadas pero definitivamente no quería ser atrapado por nada ni nadie en el mundo, así que, simplemente empezó a desear con todas sus fuerzas perderse de su vista, como si le estuviera pidiendo un deseo a algún hada.

Sorpresivamente los pasos de los hombres disminuyeron su velocidad, estaban muy confundidos mirando a su alrededor, él aprovecho la situación y con mucho esfuerzo subió a la copa de un árbol.

— ¿Fue mi idea o acaso...?

— ¿El sujeto salió corriendo en varias direcciones?

— Sí, también lo noté ¡Vamos a dividirnos!

Entonces los hombres se dividieron en varias direcciones para seguirlo, pero en realidad ninguna de ellas era en donde realmente estaba, y si bien pudo usar su magia para distraerlos no pensó que necesitaría hacer esfuerzo propio para librarse totalmente.

La magia era rara.

Parecía como si tuviera reglas definitivas para poder funcionar correctamente, el problema era que no sabía nada de ello.
Suspiró pesadamente y bajó con cuidado del árbol para poder seguir su camino a ese pueblo rebelde, tal vez si usaba un poco de manipulación o trucos iba a lograr integrarse sin tantos problemas, aunque claramente era más fácil pensarlo que hacerlo.

— Ah~ no me imaginé que volvería a ser un profundo, vivía tan tranquilo en ese pueblo

Extrañaba los días cómodos, si bien hacían más de una cosecha cada seis meses, era una vida sencilla, los mapaches habían disminuido sus ataques gracias a que encontraron ese extraño instrumento eléctrico, las plantas medicinales abundaban y ni hablar de los que manejaban magia ¡Con ellos ahí las tareas eran más llevaderas!

Quería llorar, había perdido su hogar por segunda vez, todo por el simple hecho de existir ¿Acaso había alguien en el mundo que lo aceptará como era realmente? Lo dudaba, pero a la vez deseaba que fuera así.

Estaba caminando a paso tranquilo, cuidando como podía de que algún animal salvaje no lo encontrará, pero escucho unos ruidos extraños como metal chocando contra metal y, a la vez, parecía algo filoso; como un cuchillo contra otro cuchillo. Con más lentitud y sigilo se acercó a dónde estaba escuchando el enfrentamiento.

— ¡Vamos Chrome, debes estar preparado para una batalla!

— Estoy intentándolo con todo lo que puedo

— Si quieres podemos seguir intentando con las lanzas en lugar de éstas espadas

— Pero... Es el único avance cientifico que podemos tener de ventaja, más si nos estamos enfrentando a pistolas y escopetas

— Entonces, en guardia

Gen estaba algo confundido ¿Cuánto había caminado como para encontrarse con personas? ¿Qué eran esas palabras tan extrañas y nuevas? ¿Cientifico? ¿Pistolas? ¿Escopetas?

Tal vez estaba frente a un par de locos o fantasiosos, de seguro eso era, después de todo parecían ser más jóvenes a comparación de él, aproximadamente unos cuatro años o tal vez menos/más, así que, no tenía sentido quedarse a escuchar más.

Cuando se dió media vuelta se encontró con un chico de rasgos finos, cabello rubio y vestimenta parecida a la de un navegante marino, tenía una sonrisa calmada en el rostro, pero se podía notar en sus ojos la emoción de haber ganado un premio.

— ¡JAJAJA! ¡Hay un nuevo marinero a bordo!

El pobre bicolor entró en pánico cuando el par de jóvenes, que acababa de ver entrenar, le rodearon mientras le amenazaban con unas lanzas para que no se escapará o hiciera algo peligroso, al menos esa idea estaban dando.

— Y-yo, verán, no soy un fanático del mar...

Un Hechicero de Magia OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora