Durante los primeros ocho años de su vida, Hongjoong estuvo convencido que el señor Song era su padre.
Su madre, que tenía una paciencia envidiable con él, le repetía constantemente que el señor Song no era su padre y que no fuera diciendo eso por ahí o la gente iba pensar cosas que no eran. Hongjoong no le hacía demasiado caso a su madre y continuaba viendo al señor que vivía en la casa de al lado como a su padre. Además, Mingi tampoco ayudaba diciendo que él y Hongjoong eran hermanos de verdad. La madre de Mingi se reía de la situación, el señor Song sonreía porque no sabía qué más hacer y la madre de Hongjoong suspiraba.
Desde que tuvo la edad suficiente para entender las cosas, su madre le había explicado que su padre vivía en una ciudad grande y muy lejos de ellos, con su otra familia. Él le llamaba a veces y Hongjoong respondía sin ganas al señor que se suponía que era su verdadero padre. Hongjoong, con su pequeña mente de niño de seis o siete años, no acababa de entender que un hombre al que no había visto nunca fuera su padre y que el señor Song, que siempre estaba ahí, no lo fuera. Por eso mismo, a veces Hongjoong se enfadaba y se ponía a llorar porque no quería atender a las llamadas de ese extraño que vivía lejos. La señora Kim, que además de ser una persona muy paciente también era muy comprensiva, le consolaba con un abrazo y un montón de besos. Le decía que no tenía que hablar con él si no quería, que entendía que estuviera molesto con la situación. Durante tres meses seguidos, Hongjoong se negó a hablar con él cada vez que llamaba y le dio a Mingi el peluche que su padre le había regalado por navidad.
Cuando se le pasó el enfado, volvió a pegarse el teléfono a la oreja y a contestar a su padre por un par de minutos hasta que el hombre se despedía y colgaba.
Con ocho años dejó de decir que el señor Song era su padre porque, con el paso del tiempo, Mingi fue pareciéndose cada vez más a él y Hongjoong no. Y en el fondo Hongjoong llevaba meses siendo consciente de que no era hijo del padre de Mingi, pero hasta aquel momento, no había querido alejarse de esa creencia. No le gustaba ser el niño sin papá que vivía con su madre y su abuela, él también quería un padre en casa que jugara con él y le enseñara cosas. Y que nadie le malinterpretara, él adoraba a su mamá y a su abuelita con todo su corazón y no las hubiera cambiado por nada del mundo. Sin embargo, se preguntaba por qué él no podía tener un papá, para que todo fuera perfecto de verdad.
¿Y por qué no vive con nosotros? ¿Y por qué tiene otra familia? ¿Y por qué no viene a verme? Hongjoong preguntaba esas cosas sin parar y la pobre señora Kim no sabía cómo explicárselo de manera que fuera a entenderlo. Claro estaba, le dijera lo que le dijera, Hongjoong no iba a estar satisfecho de ninguna manera. Luego sabría, unos cuantos años después, qué había pasado entre su padre y su madre. Pero eso sería mucho más tarde. Durante toda su infancia, Hongjoong tendría que conformarse con saber que su padre le quería aunque viviera lejos y solo se conocieran por llamadas telefónicas.
Cuando faltaba un mes para su cumpleaños número nueve, Hongjoong conoció a su padre en persona. Su madre le había avisado una semana antes y Hongjoong pasó esas noches durmiendo poco por los nervios que sentía. No estaba emocionado ni contento, estaba nervioso porque tenía miedo. No sabía demasiado de aquel señor y le asustaba saber que al fin le tendría delante. Se lo había imaginado de mil maneras diferentes: alto, bajito, de ojos grandes, con una nariz diminuta, con el pelo negro, el pelo rubio, también había imaginado a su padre como un militar, o como un payaso de circo, o como un piloto de avión.
La señora Kim solo conservaba dos fotos de él y en ninguna se le veía la cara. Una de ellas era una foto de Hongjoong cuando tenía un par de meses, agarrando con su diminuto puño el dedo de su padre, que ni siquiera salía en la imagen. La segunda era una foto que mostraba a Hongjoong, que tendría un año o menos, en el regazo del hombre. No se le veía bien, pues llevaba un sombrero que proyectaba una sombra sobre su cara y estaba mirando a Hongjoong. Por mucho que Hongjoong entrecerrara los ojos y tratara de ver su rostro con claridad, era imposible. Por eso se dedicaba a imaginárselo de tantas maneras distintas.
Se lo había imaginado tanto y aún así, Kwon Jiyong no era como se lo esperaba.
Hongjoong vio desde la entrada de su casa cuando el hombre se bajó de un coche. Se giró para mirar a su madre y le preguntó si ese tipo, el del pelo castaño más largo por detrás que por delante y rapado por los lados era el señor con el que hablaba por teléfono. Su madre se rió, contestándole que sí, que ese señor de la chaqueta con estampado de flores, una camisa roja y gafas de sol que se iba acercando era su padre. Hongjoong no se lo podía creer, ese no podía ser su padre. Era tan diferente al señor Song, llamaba demasiado la atención y eso que sólo estaba caminando hacia la casa. Parecía sacado de la televisión o de una revista, y caminaba con una mano en el bolsillo y con una bolsa grande y de colorines en la otra. A Hongjoong le hizo pensar en los desfiles de moda que veía con Mingi y volvió a girarse para preguntarle a su madre si de verdad ese hombre era su padre, a lo que la señora Kim, una vez más, asintió.
El encuentro fue incómodo. Hongjoong se negó a mantener una conversación con él y se puso a llorar cuando Jiyong le entregó la bolsa de colorines. Era un regalo adelantado de cumpleaños, un kit de costura con un montón de hilos, agujas, alfileres y unas tijeras. No lloró porque el regalo no le había gustado, lloró porque se sentía abrumado al tenerle ahí delante. Kwon Jiyong ya no era la voz que escuchaba por cinco o diez minutos cada dos o tres semanas. Era real y estaba con él, aunque sólo fuera por unas pocas horas. Además, se había acordado de que Hongjoong llevaba unos meses interesado en aprender a coser. Fue demasiado para el niño, que estuvo llorando sin parar mientras su padre miraba a su madre, no sabiendo cómo actuar en esa situación.
Después de dejar de llorar y después de que su madre le limpiara la cara con un pañuelo, Hongjoong se tranquilizó considerablemente. Sin embargo, Hongjoong se sintió muy tímido delante de su padre y continuó el resto de la tarde sin hablar mucho, pero observando con atención al hombre. ¿Se iba a parecer Hongjoong a él cuando fuera mayor? El niño pensaba que se parecía mucho a su madre, pero a lo mejor también se parecía a él... La idea de asemejarse a su padre no le hacía gracia, decidió aquel mismo día.
Hongjoong dio un apretón a la mano llena de anillos y tatuajes de su padre como despedida. El hombre le había preguntado si podía darle un abrazo y Hongjoong le respondió arrugando la nariz y estirando la mano; eso hizo reír a Jiyong por algún motivo. Desde la entrada de su casa, vio a Jiyong volver a su coche y marcharse. Hongjoong se quedó un rato mirando a la nada, sentado en los escalones, con los codos sobre las rodillas y las manos sujetando su cabeza.
ㅡHongjoongie ㅡsu madre se sentó a su lado y le acarició la nucaㅡ. ¿Estás bien, mi vida?
ㅡSí, estoy bien...
ㅡ¿Qué te ha parecido tu padre?
Hongjoong se encogió de hombros.
ㅡMe hubiera gustado más si hubiera sido un payaso... El señor Song me gusta más.
✨✨
En verdad pensaba subir esto a Afterglow porque es el tipo de cosas que publico ahí, pero no sé, pensé que también estaba bien dejarlo aquí. Y como no todo el mundo lee afterglow,,, No puedo permitir que no sepáis de la vida de Hongjoong, aunque no sea nada interesante y solo sean sus dramas familiares.
Lo gracioso tmb es que ahora Joong y su padre se llevan muy bien pero eso es historia para otro día (?) lo cual me hace pensar que Seonghwa en este au no se habla con sus padres... Lmao. Por qué Yunho es el más estable en esta relación(???)
En fin,,, no tengo mucho que decir. Ya me contaréis bros
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Door 1117 {ATEEZ}
FanfictionEn donde Yunho y Hongjoong son compañeros de piso y Seonghwa es el vecino.