Park Seonghwa es un infiel

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La presencia de Park Seonghwa en aquel restaurante era un evento excepcional, pues aunque él no fuera consciente de ello, era una celebridad para tres de los trabajadores. Lee Seungjun fue el que le sentó en una de las mejores mesas del lugar cuando llegó diez minutos atrás y comprobó que, en efecto, Park Seonghwa tenía una reserva para ese día; el que le ofreció un vaso de agua y el que asintió cuando Park Seonghwa le dijo que esperaría a su acompañante para poder pedir la comida. Emocionado porque aquella noche sería entretenida, Lee Seungjun fue detrás de Park Minkyun (el segundo del trío de empleados) para ponerle al día. Escondidos entre la sala principal del restaurante y la cocina, empezaron a cuchichear.

ㅡ¿Cómo es posible que cada vez que viene esté más guapo? ㅡdijo Park Minkyun, echándose aire con la mano como una damisela que estaba a punto de desfallecer ante su amadoㅡ. No sé cómo lo hace.

ㅡSon las cejas y los ojos grandes ㅡdijo Lee Seungjun, muy convencidoㅡ. Ese hombre tiene que ser modelo o algo.

ㅡOjalá viniera más seguido, no me molestaría estar aquí todos los viernes si sé que él va a venir ㅡse lamentó Park Minkyunㅡ. Con clientes así sí que da gusto trabajar.

ㅡA mí el que me gusta es el novio ㅡdijo Lee Seungjunㅡ. Alto, con cara de cachorro, ¿y esas piernas? Joder, qué envidia, yo también quiero un novio como él.

ㅡY yo quiero que trabajéis, par de inútiles ㅡdijo una tercera voz femenina. Yoo Siah se apareció de la nada, manifestándose detrás de ellos como un ente maligno. Aunque más bajita que ellos y con cara dulce de muñeca, Yoo Siah (la encargada del restaurante) era muy imponente y los dos hombres le tenían demasiado respeto (miedo). La mujer puso los ojos en blanco y les empujó fuera del esconditeㅡ. Vamos, vamos, fuera de aquí. El restaurante no se va a atender solo.

ㅡSí señora ㅡdijeron los dos a la vez y se dispersaron cada uno por un lado distinto.

Los siguientes minutos pasaron como pasan los minutos cuando uno es un empleado mal pagado al que no le apetecía nada trabajar: bastante lentos y aburridos a más no poder. Sin embargo, Lee Seungjun y Park Minkyun tenían algo con lo que entretenerse, pues algo raro estaba pasando con Park Seonghwa. Su novio aún no había llegado y no dejaba de ver la hora en su reloj y de chequear la pantalla de su teléfono mientras suspiraba. Los camareros no sabían el nombre del novio de Park Seonghwa, porque Park Seonghwa era el que llamaba al principio de la semana para hacer la reserva de una mesa para dos personas. Lo único que sabían con certeza era que era bastante extraño que aún no hubiera llegado. Las otras ocasiones que habían estado observando sus citas como dos degenerados que no tenían nada mejor que hacer, El Novio de Park Seonghwa había llegado un par de minutos después que Park Seonghwa. Ya iban cerca de veinte minutos desde que dicho hombre llegara y todavía no había rastro del novio.

ㅡ¿Crees que le va a dejar plantado? ㅡpreguntó Lee Seungjun a Park Minkyun cuando se cruzaron para buscar platos preparado.

ㅡEspero que no... Por ellos creo en el amor verdadero.

Lee Seungjun se rió y se separaron una vez más para continuar con sus deberes (no porque quisieran, sino porque Yoo Siah les tenía el ojo encima).

Poco tiempo después entró un sujeto inusual. Park Minkyun fue el primero en verle, ya que estaba de frente a la puerta y se le quedó mirando por un segundo demasiado largo. Lee Seungjun le vio después, por el rabillo del ojo. Luego, los camareros se miraron entre ellos, mandándose señales telepáticas que decían cosas como: ¿estás viendo lo mismo que yo? O sea, no estoy loco y este tipo de verdad existe y está en nuestro restaurante, wow. El muchacho en cuestión estaba nervioso, observando todo el lugar, como si buscara a alguien. Tenía el pelo teñido del rojo más intenso imaginable, bien peinado hacia atrás con un montón de gel; ambas orejas repletas de piercings y las mejillas coloradas, aunque ninguno de los camareros podía distinguir si era un sonrojo natural o que al chico se le había ido la mano con el maquillaje. Fuera lo que fuera, lo que llamaba la atención de él, obviando lo terriblemente incómodo que se veía ahí parado, era su ropa. Llevaba una chaqueta negra de traje que le quedaba grande con una camisa roja debajo y una corbata (a rayas, marrón y blanca) que parecía ahogarle de lo ajustada que la llevaba. Debajo, usaba unos shorts que no le llegaban a las rodillas (dejando a la vista algún que otro tatuaje) y un par de botas negras con cordones de colores. Además, iba apretando un ramo de flores entre sus dedos llenos de diferentes anillos. Desentonaba un poco, pues daba la impresión de que había entendido el código de vestimenta a medias (ese que realmente no existía porque no estaba escrito en ningún lado, pero era evidente que esa mezcla semi formal no era lo que uno escogería para un lugar como ese).

Door 1117 {ATEEZ}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora