Seonghwa estaba teniendo una crisis. Era su día libre y, aunque estaba harto de cocinar bajo el estrés causado por las prisas del restaurante, Seonghwa se encontraba ese día preparando platos y más platos que ni de lejos se podría comer él solo ni en un mes. Normalmente, cocinar y hornear postres le relajaba, era su forma de quitarse el estrés de encima. A veces, limpiar la casa y mover los muebles para tener un buen feng shui le ayudaba también, pero cocinar frenéticamente tenía un efecto más inmediato. (Y más si lo acompañaba con una (o dos, o tres...) copa de vino). Sin embargo, parecía que lo que tenía a Seonghwa tan preocupado no iba a solucionarse con cocinar para un ejército. Aunque Seonghwa había empezado a darle vueltas a la situación en las últimas semanas por algo que Hongjoong había dicho, si lo pensaba bien, la raíz de su problema actual había surgido unos meses atrás.
Hongjoong era una persona muy curiosa y por más tiempo que pasaran juntos, Seonghwa no lograba entenderle del todo. Dudaba que Yunho le entendiera, y él llevaba conviviendo con Hongjoong varios años ya. Era excéntrico, extravagante, con un gusto un poco diferente en cuanto a moda se refería. A veces maullaba sin venir a cuento o se ponía a cantar ópera por el balcón sin tener ni la más mínima idea de francés o italiano, o a cantar blues y jazz. (Decía que cantando así, las flores del balcón de Seonghwa crecerían más bonitas y contentas. Seonghwa solo le pidió que no cantara muy alto para que los vecinos no llamaran a la policía). Pero lo que tenía a Seonghwa tan estresado y angustiado no tenía que ver con que Hongjoong vistiera raro, o que le cantara a sus nomeolvides unas cuantas arias o alguna canción de Nina Simone. Tampoco tenía que ver lo mucho que le gustaba lo raro que vestía Hongjoong ni que le cantara ópera y soul a sus flores; eso era una preocupación para otro día.
Hongjoong era una persona muy espiritual, notó Seonghwa. Lo cual, no le sorprendía demasiado, pero de todos modos le resultaba muy interesante la visión del mundo que tenía su vecino. Durante una noche en la que Yunho le había invitado a ver una película con ellos y estaba sentado entre los dos en el sofá, Hongjoong decidió que había tenido suficiente de Star Wars y empezó a hablar de las cosas aleatorias que se le iban pasando por la mente. En un momento en concreto, mientras se llenaba la boca de palomitas, Hongjoong dijo que su abuela era una bruja y creía en la energía de la naturaleza y un montón de cosas más que Seonghwa no entendió del todo. Hongjoong también dijo, mientras se abrazaba a Yunho y ponía la cabeza bajo la barbilla del más alto, que él no creía en las casualidades. Para él, los grandes momentos en su vida, como conocer a Yunho y a Seonghwa, estaban predestinados. Podía ser que aquella noche acabara con los tres abrazados en el suelo, y que Seonghwa volviera a su casa con la cabeza hecha un lío. Y podía parecer mentira, pero eso no le preocupaba tanto como para ponerse a cocinar con todo lo que tenía en su cocina.
Hongjoong había dicho que no creía en las casualidades, que los grandes momentos de su vida ocurrían porque estaban predestinados.
Seonghwa era un poco escéptico, no pensaba en la predestinación del mismo modo en que Hongjoong lo hacía, no obstante, su vecino excéntrico había plantado en el corazón de Seonghwa una diminuta semilla de duda, que crecía sin parar y comenzaba a ahogarle. Seonghwa pasó los últimos meses ignorando las evidencias, los claros indicios, las señales obvias. No quería llegar a un punto donde no hubiera marcha atrás y su existencia se volviera patas arriba, pero en el fondo Seonghwa era consciente que ya era demasiado tarde. Había abierto las puertas, sin saberlo, a quien iba a cambiar su vida por completo por segunda vez. Seonghwa quería aferrarse a la posibilidad de que no fuera verdad, que simplemente era mucha coincidencia. Que no significaba nada su edad, su fecha de nacimiento.
Seonghwa estaba sacando del horno una bandeja de cupcakes cuando Jongho asomó la cabeza por la puerta de la cocina. El adolescente acaba de despertarse y tenía en las mejillas las marcas de la almohada; con timidez, Jongho se acercó y pestañeó al ver tanta comida en la mesa.
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Door 1117 {ATEEZ}
FanficEn donde Yunho y Hongjoong son compañeros de piso y Seonghwa es el vecino.