pose | 19: tangled up.

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Esto estaba mal. Mal. Algo, alguna insistente y jodida parte de sí, no dejaba de repetirlo frenética, incluso cuando descargas de adictiva adrenalina la impulsaban a nada más que continuar. Mal, debería establecer distancia con Na Jaemin, alejarlo cuanto le fuera posible ya que con cada probada le gustaba más y eso era peligroso. El potencial de esa abrasante atracción era inmenso, y bien lo entendía.

Mal, peligroso, amenazante, pero es que vaya que se sentía increíble. Escalofríos de incontenible deseo la hacían casi temblar por un poco más, sostenida únicamente por uno de esos fuertes brazos bien envuelto alrededor de su cintura.

Incómodo. Carajo, tenía que doblarse sobre el asiento del pequeño y destartalado carro, medio arrodillarse para poder llegar a esos labios y con un absurdo desespero producto de tan solo unas pocas palabras dulces suyas tomarlos. Incómodo, le dolía la espalda y por poco se enterraba el freno de mano en el estómago.

Pero, por más angustiante que le resultara el descubrirlo, sencillamente no quería separarse.

No cuando su recompensa era la lengua de Na Jaemin, paseándose decidida y significativa por su boca, arrebatándole el aliento. Haciéndole que sobre todo sentido común, sobre toda lógica y toda protesta de su inflexible naturaleza, lo llevara a cabo con apenas la mínima culpa. Haciéndole con facilidad dejar de lado un par de reglas que creyó gravadas a fuego en su ser.

Perfecto, lloriqueaba la mayor parte de sí, justo lo que por esas tres semanas no había podido tener y sin admitírselo tanto había ansiado. Si fuera un bobo perrito, su cola estaría batiéndose como loca. En cambio ahora apenas podía gimotear de gusto, sostenerse de aquellos hombros como si estuviera a punto de caer de un precipicio.

Así se sentía, por lo menos.

Mas Jaemin se separó eventualmente, sacándole un vergonzoso aunque inevitable quejido. En trance, Yura volvió a buscar su boca automáticamente, pero fue detenida por esa mano que aún sostenía el costado de su cuello con firmeza. Jaemin depositó unos cuantos castos e insuficientes besos sobre sus impacientes labios antes de pasar a su comisura, su mejilla, alzar su cabeza con cuidado para buscarse un espacio en la pálida y sensible piel de su cuello y con un casi obsceno lengüetazo comenzar a besarlo como previo había hecho con su boca.

¡Nngh–! Aah~, J-Jae–

Yura se mordió el labio para contener su volumen, escandalizada y aún así extasiada por el avance, una de sus delicadas manos deslizándose a la nuca de Jaemin y sin pensarlo tirando de los cortos cabellos que por ahí habían regados – una ciega forma de intentar anclarse, de mantenerse cuerda. No recibió más que un siseo, que en el complicado espacio Jaemin buscara pegarla aún más a su pecho.

Hizo falta el cercano sonido de ruidosas carcajadas de un grupo de peatones para que, como si le hubieran pegado una cachetada, Yura saliera de esa espesa burbuja de lujuria y algo más que se había asentado allí. Se enderezó, aturdida entre los brazos de Na Jaemin, y revoloteó en pestañeos para forzarse a espabilar.

Estaban tan solo en un carrito, en plena calle. Uno de esos peatones se percataba de lo que hacían, se fijaba mejor y de alguna forma en algún momento notaba que se trataba de Jeon Yura, y oh, habrían problemas. La sangre se le heló de imaginarlo, y el duro y rápido latir de su corazón pasó de pasional a aterrado en apenas un instante.

Tiró de los mechones entre sus dedos con la suficiente firmeza como para despegarlo de ella al no confiar en usar su voz al momento, y Jaemin cedió en seguida aunque al revelar su rostro se notara cuán afectado había quedado por ello. Yura intentó sin mucho éxito el no derretirse al verlo con la boca entreabierta y brillando ligeramente de saliva, delatando en letras mayúsculas lo que habían estado haciendo con tanto afán, las cejitas medio fruncidas penosamente y los ojos nublados de cruda lascivia.

Pose || Na Jaemin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora