Pose || Na Jaemin

pose | 16: what the fuck.

Tres semanas habían pasado desde la boda.

En ese período no hubo ni un solo día en el que Yura no se cuestionara si es que desperdició su tiempo por culpa de sus decisiones, planes que aunque supo eran necesarios, igualmente, de alguna forma u otra, acabó medio lamentando. Es que la sola razón por la que Yura no tomó el mismo vuelo que Na Jaemin, lo cual hubiera sido lo único capaz de comprarle al menos unas cuantas horas más a su lado, fue tan sencilla (y aburrida) como anteriormente haber agendado para aquella inusual abertura en su calendario una visita a sus padres.

Ese lunes tuvo que salir de madrugada para viajar a Ulsan en lugar de a Incheon –y de allí a Seúl– como todos los demás, con objetivo de aprovechar ese día en el que de todas formas no trabajaría y pasarlo con su familia, a la cual no veía desde hace mucho. Se llevó a Youngho, por supuesto, con él a Dongwoo, y así además experimentó de primera mano el inicio de una nueva pareja después de su "reconciliación" – la resolución de su pequeño problema, o lo que sea –cosa que Yura nunca hubiera esperado que fuera tan molesta como realmente lo fue.

No solo le fue imposible descansar su último día libre –de todas formas su vuelo a casa fue por la noche–, sino que inevitablemente se le sumaron todas las preguntas de sus padres, de la gente de lugar de las que ambos son amigos, aguantar a una nueva y melosísima pareja –era en verdad increíble el que con solo días saliendo ya esos dos fueran como una pareja de siglos–, y lo más fastidioso de todo: tener al jodido Na Jaemin en la cabeza.

No salía de ella. Cada cosa que hacía, recordaba a Na Jaemin y la patética, como incompleta, despedida que habían tenido. Se sentía como si simplemente hubieran interrumpido su tiempo juntos, que ya no había forma alguna de repetir, y Yura no sabía por qué eso le tenía tan alterada. No había podido concentrarse demasiado en nada, por lo que su padre le llamó la atención en varias ocasiones, y por si fuera poco también estaba más caliente que nunca. Cual si el tener sexo con Na Jaemin en lugar de aliviarla apenas hubiera encendido un desconocido y descontrolado apetito.

No habían pasado por mucho, pero se ponía a pensar en sus ojos, en su sonrisa –lo cual debía admitir era ridículamente cliché y directamente estúpido–, en cómo la tomaba de la cintura y le susurraba al oído, y sentía un cierto disconfort en el pecho que se le hacía insoportable. Insoportable, absurdo, sinsentido. No fueron unas buenas tres semanas. Lo peor: solo seguiría pasando, día a día, hasta que finalmente se le olvidara aquel nombre. Apenas podía esperar que así fuera.

Ahora estaba ocupada, en una sesión de fotos bastante importante. Era una oportunidad inigualable, estaba trabajando con el mísmimo Lee Taemin –quien debía llevar por lo menos el doble que ella en ese mundo, una cara más que icónica–, y para contribuir a la montaña rusa de emociones fastidiosas y arrolladoras, resulta que el tipo a quien solía admirar apasionadamente era un puto grano en el culo. Yura estaba sencillamente harta de que le dirigiera sonrisas tensas, como asqueadas y antinaturales, cuando frente a las cámaras el gesto le salía de una manera tan preciosa.

Cuando estaban por tomar una foto nueva, el tipo entraba en un estado completamente distinto al Lee Taemin real que Yura estaba recién conociendo, con expresiones encantadores y una naturalidad, familiaridad, impresionante, pero todo aquello lo carecía de resto. Realmente. Era grosero, antipático, petulante, la miraba como si le estuviera haciendo un favor al estar en su presencia, y Yura estaba sencillamente harta.

¡Se suponía que normalmente ella era un problema, pero al menos ella se esforzaba por no ser sin una razón lógica mala con los demás modelos o el staff! Lo suyo era que se pasaba de quisquillosa, y, bueno, sí, no se cortaba para poner a nadie en su sitio de ser mínimamente necesario, ¡sin embargo no era directamente una mierda con los demás! Eso estaba mal. Eso era desagradable. Así era Lee Taemin.