Pose || Na Jaemin

pose | 23: osaka prince.

Yura acostumbraba a llegar más temprano de lo necesario a las sesiones, por lo que no hubo preguntas cuando decidió arrastrar a Renjun al set unos veinte minutos antes de lo estipulado. Se las apañó simplemente diciendo que no quería hacer esperar a nadie del staff por accidente, cosa que no podría importarle menos en realidad. Ni siquiera tenía mucho sentido.

Pero, aquí estaba ahora, ya arreglada por las estilistas que le tenían demasiado respeto y/o miedo como para considerar molestarla con charla sinsentido, y sentada en una silla de plástico posada en una esquina con sus ojos sutilmente siguiendo al fotógrafo, fingiendo que estaba en realidad analizando el set.

Había valido la pena la mentirilla blanca, un millón de veces.

No estaban ni tan cerca ni tan lejos –el área no era demasiado amplia tampoco–, por lo que perfectamente podía ver cómo sus bonitas manos trabajaban ajustando detalles; que el radiante fondo de escarchado rosa, siendo la estética medio disco de los 70's, se viera perfecto tras el sofá de un tono más pálido que habían instalado. Lo veía regresar unos tres o cuatro pasos al trípode donde se ubicaba la cámara, chequearlo todo a través del lente, y luego ir a cambiar otro pequeñito detalle.

No había creído que el despreocupado chico sonriente pudiera concentrarse tan seriamente en algo. Le recordaba a cuando le dijo que como ella tendía a encerrarse en su trabajo, pues le apasionaba, y se sentía curiosamente atrapada con la idea.

Se veía realmente profesional. Era fascinante.

—Nakamoto Yuta está cerca de aquí, me acaba de escribir su representante —le informó Renjun, llegando a su lado con teléfono en mano y los ojos clavados en la pantalla.

—Mm, ya era hora —contestó Yura automáticamente, sin mucho borde. Estaba distraída con algo más interesante.

—Ya esto te lo dije, pero estoy seguro de que no estabas escuchando —suspiró, y la modelo tuvo que despegar la mirada del ahora pelinegro para prestarle apropiada atención a Renjun—. Sus admiradores vienen diciendo desde hace un tiempo que tiene un crush contigo, creo que lo dijo en un live stream, o algo —Yura le echó un impulsivo vistazo a Jaemin, pero él sencillamente estaba confirmando que la iluminación estuviera perfecta. Por alguna absurda razón, esperaba que un comentario como ese le hiciera al menos alzar la mirada por curiosidad. Algo como decepción la hizo querer gruñir... o lloriquear—. Y, aunque en realidad no entiendo qué ve en ti —Yura rodó los ojos a su boba y sobreactuada mueca de asco—, creo que será buena publicidad. Es jodidamente querido, tiene una relación fantástica con sus fans. Como, mejores amigos, o lo que sea. Te vendría bien un poco más de... atención positiva en Japón. Si tienen buena química, sé que estas fotos serán la sensación. Así que, esfuérzate.

—Bueno —asintió, considerándolo.

Era cierto que había bajado un poco su popularidad en aquel país desde la vez en la que –con toda la razón, cabe destacar– empujó a un reportero que había casi golpeado a Dongwoo en la cara con su inútil micrófono de la desesperación por sacarles cualquier tipo de chisme. No estaba exactamente arrepentida, pero tampoco vendría mal remedar los daños de aquello.

—Hmm, sonríe, Yu. Puede ser ese príncipe azul que has estado buscando —y, antes de que pudiera quejarse, prohibirle rotundamente el decir tales idioteces en público, por el rabillo del ojo pudo ver finalmente a Jaemin alzar la cabeza y las palabras se deshicieron en su adormecida lengua.

Se quitó el flequillo de los ojos con una mano, inmensamente atractivo, y ella tragó saliva cuando con lentitud ladeó la cabeza como a la espera de su respuesta, sin romper el indirecto-directo contacto visual. Nada de la sonrisa que parecía permanente en su rostro siquiera asomándose, más bien con este aire medio intimidante que le provocó un escalofrío –no sabría decir si de terror o excitación.