pose | 17: so... dumb.

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De acuerdo. Bueno. Sí. Era un hecho. Na Jaemin era el estúpido más estúpido de todos los estúpidos. Tenía la corona, y no creía llegar a quitársela en algún punto. Es que había pasado unos exuberantes días con una maldita modelo profesional, quien ya lo tenía perdido y actuando como un perrito faldero buscando cientas de excusas para quedarse a su lado, para que no lo ignorara ni por casualidad, ¡incluso le había permitido tocarla, acostarse con ella, maldita sea!, y él no había ni conseguido su número de teléfono.

En su defensa, no creyó que alguien como Jeon Yura le cedería esa clase de información a alguien como él. Es decir, no tenía problemas consigo, pero Jeon Yura era toda una celebridad, mierda, e incluso si no lo fuera estaría en una liga mayor. Y, okay, digamos que no tuvo la confianza suficiente para hacerlo. Pero, okay, no, eso es estúpido pues, ¿por qué ella se cortaría para darle apenas su número si en tan pocos días salieron juntos tantas veces y hasta –no se le olvidaba, oh, por supuesto que no– habían tenido sexo (varias veces)?

Bueno, porque nada de eso significaba que estuviera interesada en mantenerlo en su vida, en darle una forma de alcanzarla incluso tras la boda, le recordaba una molestísima vocecilla en no tan el fondo de su cabeza. Joder.

La cosa es que desde que llegó a casa después de aquel viaje, ha sido miserable –no completamente, lo admitía, pero al menos una porción de sí. No era capaz de recordar, en verdad, la cantidad de veces en las que se había masturbado con la sola imagen mental de esa modelo desparramada en la cama de hotel por y para él. A este punto ya se consideraba un pervertido.

Y, bueno, quizás un poco más. Quizás espontáneamente recordaba la forma en la que Yura fruncía el ceño en desacuerdo incluso cuando una esquina de su boquita delataba su verdadera diversión. Quizás una o dos veces, mientras se suponía que ayudaba a Mark a editar unos videos, recordó lo inocente y suave que se volvía al estar ebria.

Mm, y no quería ni pensar en las veces que de la nada recordaba la carita sorprendida que Jeon Yura siempre ponía antes de, intentando pretender al menos cierto grado de desinterés, aceptar sus invitaciones a salir.

Pero, sí, era un estúpido; después de todo, aún así no tenía su número. En su defensa –de nuevo, correcto–, estaba la cosa con el trabajo en Full-Sun. Aunque, técnicamente, no era nada demasiado seguro. Hablando con Huang Renjun no consiguió nada demasiado definitivo, mas le había dejado con la impresión de que estaba genuinamente interesado en contratarlo y Jaemin, simplemente, tuvo fe.

Y en efecto, después de esos cuantos días en los que se enfocó más en bien en lo de conseguir un nuevo domicilio –donde para forzarse a de hecho hacerlo no se permitió quedarse en el departamento de los recién casados, con toda la calma del mundo posible a distraerlo, sino en el loft de Osaki Shotaro, una cosita en la que apenas cupieron ambos juntos pero cumplió la misión de obligarlo a buscar dónde ir–, tuvo aquella prometida reunión con el entusiasmado chino y ahí encontró lo que esperaba.

¡Fantástico!, un paso más cerca de Jeon Yura– no, Jaemin, haces esto porque no quieres terminar en la calle y tu actual trabajo paga de la mierda.

Mmh, bueno.

Entonces eso estaba resuelto. La paga era sorprendentemente un poco más del doble de lo que le daban en la revista KARD, cosa que jamás hubiera ni esperado de una oferta que en realidad solo le cayó del cielo en el mejor momento posible, y apenas unos días después Liu Yangyang le estaba mandando un mensaje para informarle que un departamento en su edificio estaba repentinamente libre. No era un mal lugar –ya Jaemin lo conocía y hasta había ido un par de veces–, solo estaba algo desgastado y los departamentos eran relativamente pequeños, así que por lo menos Jaemin consideró que fue un buen trato sobre todo con tan poca antelación. No necesitaba mucho, en realidad.

Pose || Na Jaemin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora