pose | 20: hot sauce.

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—Hhmm, qué hermosa eres —murmuró sobre su oreja – la frente pegada al costado de su cabeza y tres dedos entrando y saliendo de su goteante entrada con tortuosa y divina lentitud. Las piernas le temblaban con furia allí donde se encontraba sentada sobre su igualmente desnudo regazo, abierta y complaciente, empapándole a Jaemin más que su palma hasta los muslos y no se sorprendería si sus propias sábanas también. Apenas conseguía anclarse con sus débiles brazos enrollados en firmes hombros, y aún así parecía que él estuviera decidido a arruinarla por completo –a su nuevo y parcialmente falso control, a toda esa su fachada desinteresada– masajeando insistentemente su punto dulce hasta con crueldad, luciendo tremendamente encantado con una gran sonrisa medio perversa—. Hermosa, la más hermosa– ah, perfecta, mierda. No sabes lo afortunado que me siento de tenerte así, tan– tan jodida. No puedes ni hablar correctamente, ¿o sí...? Dime, ¿se siente bien?

Quemando de rabiosa vergüenza, odiando el cómo fue incapaz de evitar que una nueva ola de excitación se uniera al chorro bajando por el antebrazo del chico, sollozó. Asintió – con dificultad, pero sin dudarlo.

No le daba lo suficiente como para terminar de correrse, y aún así se sentía como jodidamente demasiado. Estaba hipersensible, dolorosa y exquisitamente, sin la más remota idea de cuánto tiempo llevaba tomándola con sus largos dedos tras la pobre y ya caducada excusa de que lo hacía para no lastimarla.

Tres semanas sin haber tomado nada en lo absoluto –pues usualmente estaba demasiado cansada y/o ocupada como darse la molestia de masturbarse– la tuvieron siseando en cuanto comenzó a estirarla con apenas dos dedos, así que entonces se tuvo que aguantar las quejas.

Sin embargo, ya más bien parecía estar resultándole contraproducente. De la más retorcida forma, pues no era como si le molestara necesariamente. Se sentía al borde de la locura, a cada par de segundos contrayéndose sus paredes patéticamente alrededor de aquellos intrusos, y aunque le jodiera el orgullo desde hace un rato que lágrimas corrían y corrían de sus ojitos perdidos en abrumadora lujuria.

Dios santo, necesitaba correrse. Necesitaba sentirlo de verdad. Era demasiado, y todavía no era suficiente. Lo necesitaba, más—

—C-Cálla... te, imbécil —musitó, demasiado, demasiado débil como para que en realidad resultara de ayuda alguna. Enterró las uñas en su piel—. Hnng~, ¡ah!–hah.

Le dio un besito a su sien, y ella lloriqueó, roto y crudo— Hermosa. Nada más escucha lo bien que gimes por mí... Me estás haciendo feliz, muy feliz —tarareó, entonces embistiendo con repentina fuerza que la hizo arquear la espalda drásticamente, pegándose a él a más no poder, sus delicados y tensos pezones aplastándose contra su pecho.

Y debió doler, dolió, ni siquiera salió sonido alguno de su boca abierta, pero como todo lo demás no hizo sino aumentar el desespero por cumplir su única maldita meta al momento: conseguir que Jaemin terminara de joderla como por semanas había esperado.

—J-Jae–min, p-por favor.

—Mm, todo, todo el que te ve quiere ponerte las manos encima... —resaltado con otra embestida igual de precisa, un poco más ruda, un poco más cruel—... y a es a quien dejas tenerte así, Jeon Yura —suspiró—. Qué privilegio.

—¡Jaemin, ugh, carajo...!

—Un minuto más. Solo déjame disfrutar de esto un minuto más —susurró, una promesa que no debió haber sonado tan tierna como en su voz lo hizo—. En serio no sabes lo hermosa que te ves así, y estas semanas temí no hacerlo jamás... Solo un minuto más, y cumpliré mi palabra, ¿está bien? Te follaré tan duro que la espera valdrá la pena, lo juro.

Pose || Na Jaemin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora