Era molesto. Fastidioso. Irritante. No había ninguna forma de ignorar que verdaderamente todos en el sitio que por años funcionaba como su santuario habían leído el chismesito con el fotógrafo, y era molesto.
Tuvo una prueba de vestuario, en la que aunque en silencio las costureras no dejaron de robarle vistazos curiosos hasta que Yura les ladró que se enfocaran en su trabajo. Tuvo una reunión con la Señora Hyejin, donde el enojo fue incluso peor porque ni siquiera pudo realmente dirigirlo hacia su casi segunda madre. Se veía feliz por ella, sonriendo conspiracionalmente cuando creía que no la veía, y solo era frustrante pues en el fondo de su parte se sentía de alguna manera hasta bien.
Dolorosamente bochornoso, pero bien.
Los pasillos eran en especial molestos. Se sentía de vuelta en la secundaria, con miraditas mal disimuladas de cada empleado caminando por allí. Ojeándola como si le hubiera salido un cuerno en la cabeza, como si fuera así de extraño que socializara tan a gusto con alguien ajeno a los principales directivos de Full-Sun.
Lo era, sí – pero no debería ser asunto de nadie.
No todos fueron tan sutiles, sin embargo. Jeno entró a su oficina al justo instante en el que Yura creyó podría al fin relajarse, con su teléfono en mano y exigiendo respuestas.
—¿¡Qué carajo significa esto!? —gritó, estampando la puerta contra la pared de lo fuerte que la abrió. Tenía un muy bonito maquillaje sobre sus párpados, con notorios brillos, y las mejillas bien rojas seguramente de la agitación. En la pantalla del aparato que inmediatamente apuntó a Yura, una de las fotos – esa en la que, al reírse tanto de uno de los absurdos chistes del fotógrafo, apoyó una mano felizmente de su pecho—. ¿Acaso planeas tirar a la basura todas nuestras citas?
Yura pestañeó, alternando la mirada entre él, el móvil, y su computadora, desinteresada. Jeno era un tanto dramático, y ya varias veces había hecho una entrada similar a su oficina. No era nada que no hubiera visto antes. Ya era muy tarde para reclamarle.
—¿Te refieres a esas esporádicas cenas en donde tengo que aguantar el vómito cada que hablas?
—¡Sí! —respondió de inmediato, alzando las cejas con obviedad. Guardó el teléfono en su bolsillo, no sin antes dedicarle una fea arcada a la foto.
—Entonces: correcto. A la basura.
—¡Yo te consideraba el amor de mi vida, muñeca, ¿ahora me dirás que nunca fue mutuo?! —zapateó con un puchero en sus artificialmente rosados labios que, capaz en cualquier otro caso, con cualquier otra persona, le hubiera dado la victoria. Cerró la puerta, y caminó hasta desplomarse en el mueble que con una ligera mueca Yura reconoció había usado con Jaemin anteriormente—. ¿Qué nos pasó?
—Es que tienes esta... —fingió realmente estar pensándolo, con sus ojos entrecerrados y la boca fruncida. Chasqueó los dedos, para acompañar el acto—... costumbre, de cogerte a todo lo que camine, Jeno. No va mucho conmigo.
—Muñeeecaa —lloriqueó él, derritiéndose dramáticamente en su asiento hasta que la barbilla le tocó el pecho—, eso es, como, labor social. No puedes usarlo en mi contra, no.
—Tch. Labor social —refunfuñó con el ceño fruncido, devolviendo la vista a su trabajo. No tenía tiempo que derrochar con ese tonto.
—Con la cara y la polla que tengo sería más bien un crimen no hacerlo —declaró en un balbuceo infantil, además cruzándose de brazos.
—Tan grotesco, Jeno —negó Yura en desaprobación, encogiendo la cara de puro asco, todavía concentrada en su tarea—. Sal de mi oficina.
—¡Pero–
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Pose || Na Jaemin
Fanfiction"¿Se suponía que de alguna forma comenzaría a trabajar con el tipo que en poco más de tan solo un fin de semana la tenía... como sea que la tenía ya Na Jaemin? Oh, Yura subestimó el poder de la vida para complicar las cosas." Jeon Yura, una famosísi...