Esa perra🔪

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<<Y aquí estoy, tan nervioso como un chiquillo hormonal a punto de desnudarse para perder la virginidad. Y aunque, mi primera vez no fue con Dea, con ella fue que perdí mi virginidad, y no hablo de la sexual. Ella fue quien me demostró que el corazón latente en mi pecho podría albergar los sentimientos más fuertes y profundos que nunca creí tener>>.

Ingresa en su habitación y la ve recostada sobre una camilla acorde a su pequeño tamaño. Varios cables van desde su cuerpo a las máquinas a su alrededor donde se marcan sus signos y sus latidos.

<<De seguro, sí estuviese conectado a una de esas máquinas justo ahora, mi pulso se elevaría de solo verla. Se ve tan frágil y débil que siento la necesidad de correr a ella, envolverla en mis brazos y ser su escudo ante este oscuro y sangriento mundo, pero sé perfectamente que ella es todo menos débil.

Me atrevo a decir que es más valiente que yo, pues ella fue capaz de regresar aquí aun sabiendo que yo estaría aquí y yo, bueno, no fui capaz de ir tras ella aun siendo el amor de mi vida y aun amándola con cada parte de mí>>. Sus ojos se encuentran por primera vez y un raro destello aparece en los ojos de la chica aunque es borrado inmediatamente por una mirada hostil y con carencia de sentimientos.

<<Lo veo y vuelvo a respirar, pues mientras agonizaba en la ardiente carretera y mientras era operada, creía que había imaginado su rostro, y que no fue él quien me alzó en sus brazos para luego meterme a su auto. Pero aquí estoy, enfrentando la realidad, enfrentándolo a él tras haberle dicho que lo amaba. Sí, fue algo que nunca pensé que diría, pero en ese momento sentía como la vida se me iba de las manos y en lo único que pensaba era él, no en mis padres, mis hermanos o en Doruk, solo en él.

Es algo gracioso. En las películas, cuando un personaje está a punto de morir, toda su vida pasa frente a sus ojos en forma resumida, pero mientras yo agonizaba con dolor, las imágenes que aparecieron en mi mente fueron de él. De nuestro primer coqueteo, nuestro primer beso, nuestro primer toque, nuestra primera vez, nuestras citas, el día en el que nos tatuamos... En cada uno de los recuerdos estaba él y aunque ahora odie admitirlo, no he logrado olvidarlo. Sigo perteneciendo a Hades Mendoza aunque me odie por ello.

Lo veo acercarse a mí con temor, como si temiera herirme, ¿Pero, acaso es posible hacerme más daño? Lo ve con otra mujer en sus brazos y tuve que hacerme la fría idea de que no volvería a tenerlo conmigo porque mientras yo lloraba como una Magdalena en mi habitación, él se drogaba como todo un drogadicto.

Me sorprendió un poco cuando mi hermano me comentó que Hades había pasado aquel semestre cuando lo único que hizo fue utilizar todo tipo de droga, beber todo tipo de alcohol y coger con todo tipo de mujer. Supongo que son ventajas de ser hijo de un narco>>.

—Dea, estás aquí —Su voz es en tono tenue, pero lo suficientemente audible como para que la mujer frente a él lo escuche.

—Sí, estoy aquí —Asegura sin verlo a los ojos. —Te mandé a llamar porque necesito decirte algo y aunque Ferhat es mi hombre de entera confianza, creo que lo más apropiado sería contarte a ti.

—¿Contarme algo? ¿De eso se trata? —Pregunta con desilusión. Dentro de él tenía la esperanza de que ella había pedido hablar con él para hablar sobre lo que sus labios expresaron mientras hablaban por teléfono y mientras él la tenía en sus brazos.

—Sí —Responde fría y distante. Le duele hacerle eso al hombre que ama, pero él le pertenece a otra mujer. Una mujer que lo engaña y que no lo valora, pero eso por ahora no le importa. Lo único que le importa es saber quién era el hombre que acompañaba al hombre que le disparó y el porqué de sus últimas palabras: "Eres tan hermosa, pero no puedes cerrar la boca". —Ryan estaba siguiendo órdenes —Afirma segura.

Hijos del Engaño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora