¡Qué calor! ¡Que alguien apague el sol!
Hace unos minutos me deshice de mi abrigo de tela quedándome solo con una blusa de tiras con diseño de flores lilas, pero no sirvió de mucho ¡Me deshidrato!
Kitana está a mi lado en las mismas circunstancias que yo, ella se ha recogido el largo cabello en una coleta y su atuendo, totalmente blanco hoy, se le pega al cuerpo.
Últimamente el clima está loco, un día llueve y al minuto siguiente sale el sol.
Kitana y yo caminamos deprisa y llegamos a su auto blanco, en cuanto subimos mi amiga enciende el aire acondicionado y nos quedamos quietas por un momento, disfrutando de la frescura.
- ¿Quieres ir a comer helado? – Pregunta Kitana.
Miro la hora en mi celular y éste marca las dos de la tarde.
- No puedo, debo trabajar.
Kitana hace un puchero y enciende el auto. Salimos del parqueadero de la facultad y nos integramos al tráfico. Las clases de hoy han estado bien, sin novedad pero estoy cansada; no sé qué pasa conmigo. Me canso mucho.
- Luisa – Me giro hacia ella –. Mañana es el último viaje a la base... - Canturrea.
Automáticamente suelto un suspiro, un suspiro mitad pena por la realidad de mañana y mitad dicha al recordar mi aventura por los cielos de hace unos días.
- No sé qué haces para que te sucedan cosas así ¡Volar con él! Con el hombre más delicioso de la base – Me mira sonriendo.
Ese día del vuelo, en cuanto me liberé de la mirada de Max, fui a parar a las gradas directamente al lado de mi amiga, quien me exigía que le contara todo de todo. Ella sabía que me gustaba Max y el hecho de haber estado media hora sola con él en una diminuta cabina suponía un evento de gran importancia que requería horas de chismoseo.
- Yo no hice nada – Mi sonrisa se agranda – Max lo hizo.
- ¿Qué quieres decir?
- Él hizo trampa para que fuera yo quien ganara el vuelo.
Kitana suelta un potente grito, más alto que el pito del auto, haciéndome brincar en mi puesto. En el camino aprovecho para contarle todo sobre el vuelo y de paso arreglar mi horroroso cabello. Ha crecido pero no como me gustaría, apenas me llega un poco más debajo de los hombros. No me demoro mucho en arreglarme, solo me peino, me maquillo un poquitín y me refresco.
En menos de veinte minutos Kitana me deja en el trabajo y yo se lo agradezco tanto porque me ha evitado un viaje en un bus caluroso. Yo no sé cómo Kitana me soporta tantos aventones ¡Por eso la amo!
Cruzo la puerta de vidrio acompañada por el sonar de la campanilla.
- ¡Buenas tardes! – Saludo.
- Que bueno que llegas hijita, un poco tarde pero llegaste – Me dice Doña Clara - ¡Ven, ayúdame en la cocina!
- Luisa la caja no tiene sueltos ¿Puedes arreglarlo? – Jason me mira confundido.
Suspiro internamente y camino hacia la cocina rodeando las mesas. Puede que el café esté repleto de clientes y que me espere un día horrendo lleno de trabajo, pero nada puede quitarme el buen humor.
¡Ya vino Luisa a solucionar todo!
***
Escucho sonar la alarma y la apago enseguida. No he podido dormir casi nada, he estado despierta desde las tres de la madrugada dando vueltas por mi estrecha cama, buscando alguna posición que me adormile, incluso imaginando bobadas con tal de caer en algún sueño. Sin embargo ninguna de esas cosas ha funcionado.
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Entre besos & disparos
RomansaEn algún oculto rincón de Rusia estaba ella, rodeada de otras siete almas que al igual que la protagonista esperaban anhelantes que los encontraran, aunque aquello parecía improbable. Tanto de día como de noche, había oscuridad y el frío los tortura...