¿Qué irónico no? Uno desea escuchar la verdad, pero llegado el momento uno tiembla y prefiere refugiarse en la mentira.
Decir que me encuentro bien es el más bellaco de las mentiras. En menos de un mes, había visto cosas... Cosas repugnantes y horrendas ¿Algún día iba a ser capaz de olvidar y superar?
Ahí estoy. Plantada con la más fría expresión en mi rostro, encarando a quién una vez fue merecedor de mis pensamientos, de mis primeros besos, de mis primeros suspiros... ¡Le había dado tanto! ¿Y él? ¡A duras penas me había dado una pequeña pizca de su vida y esa pizca era una mentira!
Días atrás, semanas atrás, cuando mi vida llevaba su rutina monótona había llegado a confiar ciegamente en él, aunque ahora, ese "ciegamente" lo cambiaría por un "tontamente". Tengo frente a mí a un desconocido, sí, a un desconocido que me ha enamorado. ¿Para qué? ¿Su cortejo es parte de algún... No sé... plan? ¿Me estaba precipitando al dudar de sus sentimientos?
Mi cuerpo era un templo donde se alojaban miles de sentimientos; todos alborotados y volando de un lado a otro. La angustia estaba presente, al igual que la rabia. El pánico, la cólera, el arrepentimiento... La desesperación, la desconfianza, la ira, el odio... El dolor. Dolor sobre todo.
Todos estos sentimientos, para nada buenos, dominaban mi cuerpo y ninguno de ellos se fijaba como central en mi mente, y es eso, eso, que me mantiene fija e inexpresiva frente a Max. En mi mente reina la nada, no puedo decir que estoy arrepentida porque al segundo siguiente me siento dolida, y así sucesivamente los sentimientos cambian, como si alguien hubiera estado jugando con la configuración de mi cerebro y dejara activado la opción aleatorio.
¿Y cómo está Max?
Pues su cara luce como una hoja en blanco debido a la falta de expresiones. Al terminar de decir mi pregunta, Max palideció y cerró de golpe su mandíbula. Luce... ¿Perdido? No lo puedo decir porque su cara está vacía, sin sentimientos ni nada de emoción; sus ojos podrían haberme ayudado a descifrar su estado si no hubieran estado fijos en el rasposo suelo. Olvida todo acerca del problema que hemos dejado kilómetros atrás, olvida la guardia que hacía hace minutos, olvida que estamos en algún punto geográfico de Rusia rodeados de los malos.
Max queda en blanco, con su cuerpo inmóvil al igual que el mío. Dos estatuas, presas de la realidad, esperando la reacción del otro. Pasaron los minutos y aumentaba mi inquietud. El silencio de Max es desesperante, tanto que incentiva la salida de más lágrimas de mis ojos y mi labio superior comienza a temblar...
A dos segundos de que hablara sólo para romper el silencio, Max se adelanta.
- Por favor Luisa...
Mis sentimientos de enojo se hacen nada cuando escucho hablar a Max. Su voz es el vivo ejemplo de la súplica y el arrepentimiento, nunca lo había escuchado hablar con ese tono de voz.
- Te prometo, no, te juro que... Que te lo diré absolutamente todo pero - Sus ojos finalmente se encuentran con los míos y veo en ellos precaución - Te ruego que me dejes sacarte de aquí.
- Max... - Gruño pero, una vez más, él me interrumpe.
- Nos pueden encontrar y si lo hacen, te alejaran de mí y...
Su cara se contrae en una mueca de dolor, debido al camino que toman sus pensamientos.
- Ven conmigo por favor.
Tiene razón. Debemos salir y correr, correr lo más rápido pero no estoy segura. Las estúpidas dudas nublan mi razocinio, impidiéndome pensar con claridad.
Por fuera de mi cuerpo, me había convencido a mí misma que mi confianza en Max era nula pero, por dentro, estaba conciente que eso no era verdad, o en parte. ¿Por qué en parte? Max no fue sincero conmigo, me ocultó cosas y, prácticamente, me trajo a este infierno. Estas razones son suficientes para que alguien desconfiara de él. Pero, ahora él estaba aquí ayudándome y protegiéndome y... y también le quería. Me había enamorado de Max en tan poco tiempo y era ése mismo sentimiento que le susurraba a mi desconfiado corazón: "Dale una oportunidad".
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Entre besos & disparos
RomanceEn algún oculto rincón de Rusia estaba ella, rodeada de otras siete almas que al igual que la protagonista esperaban anhelantes que los encontraran, aunque aquello parecía improbable. Tanto de día como de noche, había oscuridad y el frío los tortura...