Capitulo 21: Siete caras

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Desperté un poco mareada y con náuseas.

Me sentía entumecida y adolorida como aquellos días de entrenamiento en la base. Cada hueso, cada fibra de mis músculos estaban debiles, casi ni podía moverlos y eso que no mencionaba el martillante dolor de cabeza que me hostigaba, aquella dolencia me impedía abrir los ojos porque creía que si los abría el dolor en mi cabeza se intensificaría.

Me tomé mi tiempo para estirar cada parte de mi cuerpo. Empecé con mis piernas, flexionándolas despacio aun con mis ojos cerrados, dando pequeños espasmos por el dolor; para luego continuar el estiramiento con mis brazos, pero no pude. Mis brazos estaban pesados, los podía sentir si pero por alguna razón no podía moverlos. Quizás era que, el entumecimiento era tal que desconectaba mis brazos de mi cuerpo.  

Los dejaría para el final.

Mientras completaba mi etapa de estiramiento con el resto de mi cuerpo, hacía memoria ¿Qué era lo último que hice? ¿Qué día es? ¿Por qué estoy tan desorientada?

Lo último que recordaba era el proyecto ¡Sí, la entrega del proyecto con el profesor gruñon! La cual era para el domingo de halloween. ¡Halloween! Estaba recordando todo pero con mi último recuerdo de halloween vino a mi mente la imagen de dos hombres extremadamente fuertes, ocultos tras las mascaras de dos disfraces inusuales, sujetándome y drogándome con algo...

Abro de golpe mis ojos acompañados con una jadeo de horror. Había recordado todo.

Con lo primero que me encontré fue con una tremenda oscuridad, no podía ver nada ni siquiera hay un haz de luz.... Nada, la luz del día, si es que era de día, no aparecía. El suelo sobre el cual estoy semiacostada está helado, duro y disparejo. Intenté pararme pero no pude sin la ayuda de mis brazos. Halaba de ellos para ayudarme a parar, pero no podía, y ya sé el por qué. Estoy atada, mis muñecas están fuertemente atadas una a la otra por mi espalda, con un cabo grueso que lastimaba mi piel.

¡Santo Dios!

La desesperación ocupó toda mi cabeza y comencé a mover mis piernas, raspando el irregular suelo originando ruidos, en un intento por zafarme de aquel secuestro, quería salir corriendo y salvar mi vida.

No tardé más de un minuto en entrar en pánico, ahora que estoy realmente consciente de lo que ha ocurrido, estoy extremadamente asustada.

Me habían secuestrado. Estaba asustada y en peligro.

Miro alrededor en busca de algo de... de cualquier cosa que pueda darme una idea del lugar donde me tienen, pero sólo veo oscuridad.

- ¿Estás bien?

Me paralizo al escuchar una voz procediente desde algún punto de aquella infinita oscuridad.

- ¿Qué? ¡¿Quién anda ahí?!

No podía reconocer mi propia voz, sonaba pastosa y ronca.

- Tranquila. No te voy a lastimar...

Esa voz era de mujer, era tan dulce y a la vez tranquilizadora, pero no podía confiarme, no hasta saber dónde carajos estaba metida.

- ¡¿Q-quién e-eres?! - Mis ojos empiezan a lagrimiar sin previo aviso - ¡¿Dónde demonios estoy?! ¡¿Hem?! ¿Dónde est...?

Mi pregunta terminó con un halarido de dolor. Rompí en un llanto como nunca lo había hecho, estaba perdida, asustada... ¡QUERÍA RESPUESTAS!

- Shh... No llores, por favor no hagas ruido.

La voz se alarmó y trató desesperadamente callarme.

- ¡Tranquilízate! - La voz aguda de un muchacho habló.

¿Otro? ¿Cuántas personas están conmigo? ¿Son ellos mis secuestradores? No, no lo creo. ¿Eran ellos tambien secuestrados?

Entre besos & disparosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora