Capitulo 41: A salvar el mundo

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 PUNTO DE VISTA DE LUISA.

Los dos dias en el departamento de salud pasaron tan rápido al igual que un sábado . En esos días nunca estuve sola, si no me encontraba durmiendo, estaba metida en los cuartos de Andrea o Isabela, o caminando por los pasillos del hospital tomada de la mano de Max, a veces comiendo los snacks que él me compraba a escondida de las enfermeras .

Aquello era la mejor parte del día: Las visitas de Max. En los dos días Max siempre estuvo conmigo, por horas y horas hasta cuando Tomatito lo echaba del cuarto; él traía la risoterapia a mí, aunque Max no era bueno contando chistes que digamos, sus comentarios sarcasticos sí lo eran.

Max venía para cuidarme y para asegurarse de que recibiera mis besos diarios. Cuando él me visitaba me transformaba en una Chilindrina enamorada de 21 años con ojos de corazón. Todo era mejor por el hecho de que ya no nos escondíamos de nadie, podíamos darnos un beso en medio de un pasillo sin temor a que alguien nos viera o nos juzgara. Los únicos ojos que se posaban en nosotros, eran los de las enfermeras que caminaban cerca, algunas indiferentes a nosotros y otras nos daban sonrisas tontas, riendo.

El último día de mi estadia, el 22 de diciembre, tres personas entran a mi cuarto. Yo estaba sentada en mi camilla, haciendo la tarea que Max me había dado con respecto a la carpeta, cuando Lily entra. Tras ella aparecien un hombre gordito de color, con mirada pesada y un poco calvo, una mujer adulta con curvas pronunciadas y con kilos de más que lleva una maletita blanca, y entrando último estaba Max.

- Buenos días Luisa. - Saludó Lily acercándose a mí.

- Hola Lily.

Miro a Max de soslayo. Él está inexpresivo y sin decir nada, de pie contra la pared del baño.

- Vienen a buscarte. - Habla Lily señalando a las dos personas - Te dejaré con ellos por unos minutos.

Asiento y observo cómo se va. Cuando quedo a solas con las tres personas inmediatamente me siento cohibida, no sabía si saludar o esperar a que ellos hablaran primero. Opté por la segunda opción.

- Buenos días señorita Montéz. - Habla el hombre con voz grave - Permítame presentarme, mi nombre es Jeffrey Owen y mi compañera es Megan Moore.

La mujer asiente en mi dirección.

- Hola. - Contesto sintiéndome tonta con mi saludo pobre y frío.

Cierro la carpeta y la coloco bajo la sabana.

-Soy un asesor de la ASN y el encargado de hacer contacto inicial con usted. - Se remueve sobre sus pies y se afloja apenas el nudo de la corbata - Vengo en representación de la Agencia de Seguridad Nacional...

Mientras Jeffrey habla, Megan, su compañera, arrastra silenciosamente una silla y se sienta en ella para luego sacar del maletín una máquina de escribir de tamaño mediano que va a parar sobre su regazo.

"¡Qué medieval!" Pienso.

Carga varias hojas en la máquina y estira los dedos una y otra vez.

- Señorita Montéz.

- ¿Si?

Jeffrey se da cuenta que no le prestaba atención ¡Y cómo no! Si tenía medio cuerpo inclinado por fuera de la camilla para poder ver a la mujer.

- Estos son objetos personales que trajo consigo. - Megan le pasa una funda transparente con cierre - Solo encontramos un anillo.

- Gracias. - Digo cuando me tiende la fundita.

Y efectivamente ahí estaba mi anillo de gato.

- Voy a hacerle una preguntas espero que no le importe.

Entre besos & disparosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora