- ¿Todo bien?
- Si - Respondo sin tomar en serio su pregunta.
Rick asiente y retoma la limpieza de su navaja, ignorándome. Quizás notó que no tenía ánimos para hablar o tan solo yo le resulto aburrido.
Me remuevo en mi asiento librándome de mi cazadora negra que había adquirido en Mendoza, Argentina. Una ciudad que no había podido conocer bien ya que estuve de paso, pero desde mi partida de Argentina, estuve seguro que regresaría acompañado de Luisa.
Mis labios quisieron elevarse en una sonrisa pero ésta queda atrapada bajo la preocupación. Luisa está irritada conmigo, y es mi culpa.
- ¿Dónde has dejado tu lengua?
Escucho tres pasos detras de mí y siento un apretón en mi hombro. Es Eduardo.
Camina, balanceandose, hacia el asiento delante del mío. El clima no es el ideal para viajar en helicóptero pero a los diez agentes que viajamos, el mal clima queda reducido a nada en comparación al anhelo que sentimos por regresar.
- La llevo conmigo desde que nací. - Contesto.
- Falta menos de una hora para aterrizar. - Saca un cigarrillo de su maleta y lo enciende - ¿Qué harás cuando llegues?
Abro la boca para contestarle pero antes de que dijera algo, Glenn camina hacia Eduardo y le arrebata el cigarrillo de los labios. Lo tira al suelo y lo aplasta con su bota.
- ¿Nunca has viajado en avión? - Habla con su voz gruesa y algo ronca - No se fuma.
- ¿Ahora eres azafata? - Dice un sonriente Eduardo.
Glenn no es exactamente un hombre sociable. En los tres años que llevaba trabajando junto a él nunca vi que él se acercara a alguno de nosotros, mantenía su distancia y siempre estaba separado del grupo, pero, en cuanto a combate Glenn se destacaba.
- No fumes.
- ¿Querías saber qué haría en cuanto llegara no?
Ambos me miran, olvidando su pequeña discusión.
- Si.
Glenn da media vuelta y regresa a su lugar donde fija su mirada en la ventanilla.
- El hombre es un bicho raro pero dispara una carabina M4 como los dioses.
- Si, es útil. - Hablo realmente distraído en otra cosa.
- Alguno de nosotros iremos a un bar a emborracharnos. Hay que recuperar esos tres meses que solo bebimos agua y zumo de naranja.
- No voy a ir.
- Sabía que dirías eso, acabo de ganar veinte dólares.
Sonríe y se gira un poco hacia Rick. Éste suspira y saca un billete de su bolsillo.
- ¿Qué te sucede?
- La verdad Eduardo en este momento no soy una buena compañía.
- Cuenta qué te pasa.
¿En verdad piensa que le contaré lo que me pasa? Me inclino hacia él, le paso un brazo por los hombros y le digo:
- ¿Por qué no vas a sentarte allá, en esa esquina, y piensas en todas las jarras de cerveza que tomarás con esos veinte dólares?
- Entiendo, entiendo.
No se va como le dije, al contrario, sigue en ese asiento pero, por lo menos ahora me ignora. Diez segundos después saca otro cigarrillo del paquete y lo enciende escondido entre los asientos. Me mira y constato que lleva una sonrisa de joven, está divirtiéndose con su chiquillada.
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Entre besos & disparos
RomanceEn algún oculto rincón de Rusia estaba ella, rodeada de otras siete almas que al igual que la protagonista esperaban anhelantes que los encontraran, aunque aquello parecía improbable. Tanto de día como de noche, había oscuridad y el frío los tortura...