Una sonrisa enorme apareció en mi cara al darme cuenta del drástico cambio que ocurrió. Sentía como si en ese momento nada más importaba, sólo Max. Y esa fuerte sensación de exclusividad que tenía con él me sorprendía a pesar de que consideraba los contra de una relación como esta (Con un militar). Pero mi cuerpo, mi alma y en especial mi corazón se veía bañado de una nueva confianza y de un nuevo propósito: Yo me encargaría de que esta relación funcionara.
Después del beso, Max y yo salimos de los pasillos sin cruzar palabra alguna. Hubo ese silencio incómodo que hay luego de acontecimientos como esos, como un beso. Por momentos, nos mirábamos y cuando ocurría eso, Max respondía con una sonrisa a mi mirada nerviosa.
El día se había nublado por completo cuando dejamos el interior de la base, ya casi no quedaban personas en la feria, en lugar de ellas, se encontraban el personal que limpiaba con sus escobas y sus tachos. Algunos reclutas se habían reunido en pequeños círculos donde conversaban y gritaban de las risas que soltaban.
- ¿Quieres que te lleve?
Miré al cielo. Ya me veía bajo la lluvia, completamente mojada, esperando por un taxi.
- ¿No te causará problemas salir de la base?
- No te preocupes; además es tarde, no me perdonaría el dejarte ir sola. Puede pasarte algo - Dijo serio.
- De acuerdo.
Sentí un poco de miedo al caminar por los desolados pasillos de la base. Habíamos vuelto a entrar, esta vez, para dirigirnos al almacén donde una vez ya había estado con mi clase limpiando los vehículos de la base.
- ¿Qué hacemos aquí? – Pregunté con cierto terror.
¿Yo podía estar aquí? No lo creo, alguien podía verme e informarlo a los superiores.
- Venimos por mi auto.
- ¿Tienes un auto?
Me miró y exhibió una sonrisa.
- Sí.
Sin esperármelo, Max tomó mi mano y entrelazó sus dedos con los míos. El gesto me dejó sin gravedad, cada cosa que él hacía me dejaba con un aliento atrapado en mi garganta.
¿Siempre iba a ser así? ¡Ojalá así sea! Comenzaba a creer que me estaba volviendo adicta a las sensaciones que me causaban los gestos de Max, como sus pequeñas sonrisas de esa hermosa boca, o cuando sostenía mi mano...
Deseé que mis ojos pudieran tomar fotos, así podría conservar recuerdos de él, de momentos importante como el que acababa de ocurrir y de los que de seguro vendrían.
Alcé mis ojos y los posé en su cara. Max me sonrió tímidamente, pero no soltó mi mano en todo el camino al almacén. Después de pasar todos los mecanismos de seguridad, ingresamos quedando rodeados por los vehículos militares. Caminamos por entre los autos y nos detuvimos frente a uno en específico.
- Este es – Dio un leve golpe en el capó –. Es una Ford adrenaline.
Observé el despampanante auto de Max. La enorme camioneta roja estaba resplandeciente, limpia y esperando por nosotros.
- Que... - Caminé alrededor de la camioneta- ¡Qué grande!
¿El carro incluía escalera? Porque estaba segura de no alcanzar a subir con facilidad ¡La camioneta era enorme y por ende alta!
Max se dirigió hacia la puerta del copiloto y la mantuvo abierta hasta que, con un brinco, entré. Una vez acomodada con el cinturón de seguridad, alcé mi mano para acomodarme un mechón de cabello que se había soltado de mi cola de caballo, pero la mano de Max fue más rápida. Apoyado en el marco de la puerta del copiloto, Max acomodó aquel mechón y sin un previo aviso se inclinó y me dio un beso. Mi mano quedó paralizada en mitad del camino, todo mi cuerpo se detuvo por la sorpresa de su gesto de cariño. ¡No me lo venía venir!
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Entre besos & disparos
RomanceEn algún oculto rincón de Rusia estaba ella, rodeada de otras siete almas que al igual que la protagonista esperaban anhelantes que los encontraran, aunque aquello parecía improbable. Tanto de día como de noche, había oscuridad y el frío los tortura...